En la Penitenciaría persiste el terror después de los cuatro crímenes de internos ocurridos entre el 23 y 26 de octubre pasado, tres de ellos por enfrentamientos entre bandas.

A esos grupos se los conoce como “mafias” y, según internos y familiares, se dedican a extorsionar, traficar drogas, armas y alcohol, e incluso a violar o asesinar a quien no paga el “empeño” (precio que le ponen al detenido recién llegado).

Hoy, no más de cien internos son los “peligrosos” y, dicen, deben ser llevados al pabellón de máxima seguridad.

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Eddy Enríquez Saltos y Soledad Rodríguez León habían sido, según los propios internos de la Penitenciaría del Litoral, dos de los directores más carismáticos que había tenido esa cárcel desde el año 2000. Pese a eso, ambos fueron asesinados (7 de julio del 2005 y  27 de abril del 2007, respectivamente) por ‘sicarios’  que –según las investigaciones– habían sido contratados por las “mafias” que lideran los internos que hasta ahora  operan en el centro carcelario.

Han pasado más de tres años desde el primer ataque, y año y medio del segundo, y aunque los hermanos Walter, (a) Caimán,  y William Poveda Salazar, (a)  El cubano, fueron sentenciados a doce años como autores materiales del crimen de la ex directora, en ese centro al menos 100 reos siguen sembrando temor con extorsiones, la venta de droga y tráfico de armas.

Es lo que se observa y se escucha en las largas filas que hacen los días de visita, y en el interior de la cárcel, donde los internos prefieren callar lo que ven. Los días más críticos de este año fueron entre el 23 y el 26 de octubre pasado, en que hubo cuatro crímenes y diez heridos en tres hechos violentos.  “Aquí todos sabemos quién extorsiona, quién roba y quién mata, pero si hablamos nos ‘bajan’ (asesinan)”, comenta otro de los internos, que, al igual que cerca del  80% de los más de 3.000 que están en la cárcel, cuando entró por robo fue “empeñado” (le pusieron un precio que su familia debió pagar para evitar que sea atacado) por $ 800.

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Esa es una práctica común, tanto en los pabellones que están antes de la “frontera” (sector donde está la cocina) y que hoy lidera  Caimán Poveda; y se repite en los de más adentro, donde predomina el poder de Los Rusos, banda conocida así porque al momento sus líderes son los hermanos Ronquillo Naranjo, todos hombres de tez blanca, altos y corpulentos.

Otro grupo de los más temidos es la banda del Negro Emilio,  que ocupa el pabellón 3 alto y bajo. El líder, Emilio Trejo Cotera, recuperó su libertad  hace tres semanas, después de haber estado más de tres años preso porque presuntamente participó en un  asesinato, por el que no fue acusado por la Fiscalía.

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Hay presos que lo defienden, porque aducen que “no ha matado a nadie”, pero otros parecen justificarlo al sostener que él solo vengará la muerte de su madre, Rosa Cotera Valdez,  asesinada en el 2005, supuestamente por la banda Los Rusos, que entonces lideraba Bolívar Quevedo Freire, ya fallecido.

A esos grupos ahora se han sumado Los Choneros, originarios de Manabí, que están ganando poder en la cárcel y que el pasado 23 de octubre vieron caer a uno de sus líderes, Cecilio Álvarez Andrade. Sucedió en el pabellón Atenuado bajo en una pelea con la banda del Negro Emilio,  la que, según  internos, habría sido contratada de afuera para que acabe con Los Choneros, porque conocerían  movimientos ilícitos de autoridades, incluso de policías.

En esa balacera también cayó Darío Quinteros Cedillo, un hombre de origen esmeraldeño, alto y fornido, que lo  llamaban Polilla, y disputaba uno de los liderazgos de las mafias, que venden licor, droga y armas.

Los internos no se atreven a dar los nombres de los  expendedores, pero sí   los precios: un revólver calibre 38 puede costar  $ 400; una pistola 9 mm  vale $ 500; el sobre de base de cocaína $ 1; la funda y la cápsula de 10 gramos $ 10; la heroína cuesta $ 5 el paquete y $ 50 la cápsula; un cigarrillo de marihuana, de $ 0,25 hasta $ 0,50.

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“Los problemas también surgen cuando los presos no pagan la droga que han consumido, porque muchos vendedores te la fían para que te hagas cliente”, cuenta uno de los consumidores que hoy intenta rehabilitarse, “lo que es difícil”, dice.

Pero los internos y sus familias no son las únicas víctimas, en días pasados el ministro fiscal del Guayas, Antonio Gagliardo, informó que el director (e), Jorge Araujo, ha recibido amenazas de muerte. Teme por su vida, una situación similar a la que en su momento enfrentaron Enríquez y Rodríguez.

TEXTUALES: Reacciones

Mónica Vargas
Subsecretaria de justicia

“Hay que sentarse a dialogar con el Municipio para que el nuevo pabellón se use lo más pronto, sería una solución”.

Madre de familia
Interno de la cárcel

“Cuando mi hijo cayó me llamó desde un teléfono de la misma mafia, que le exigía 200 dólares por un ‘empeño’ o caía”.

Interno
PENITENCIARÍA

“Los problemas también surgen cuando los presos no pagan la droga. Aquí te la fían para que te hagas cliente”.