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Educación

¿Llegó la hora de regresar a las clases presenciales?

Juan Carlos Henao es el rector de la Universidad Externado de Colombia.

Juan Carlos Henao es el rector de la Universidad Externado de Colombia.

Foto:Archivo EL TIEMPO

En entrevista con María Isabel Rueda, rector de la U. Externado habla del regreso a universidades.

El rector de la Externado de Colombia, Juan Carlos Henao, dice que este semestre hay que recuperar, con buenas medidas de bioseguridad y lentamente, la presencialidad en las universidades, pero que hacen falta para eso directrices precisas del Gobierno. De la pandemia, advierte que hay que evitar las angustias anticipatorias y el abolicionismo social.
Obviamente, la primera pregunta que le tengo es: ¿cómo vislumbra el futuro de la universidad en la actual situación?
Todo depende del Presidente y de la alcaldesa, que son los que establecen las normas que los rectores tenemos que seguir. Pero estamos necesitando normas concretas, especificas, que nos indiquen si vamos a poder reabrir con presencialidad, si va a haber semipresencialidad, y a qué le estamos apostando.
¿Básicamente, en qué consisten sus incertidumbres?
Le doy casos concretos. Para poder conseguir termómetros que midan una afluencia grande de público, no el termómetro que usted se mete en la boca, sino, por ejemplo, arcos que midan temperatura, usted tiene que hacer esos pedidos seis semanas antes para que los traigan al país. Siento que ese es uno de los ejemplos de una falta de normas más precisas, para saber cómo las universidades vamos a poder afrontar el próximo semestre.
Ahí sucede algo que no podemos soslayar, y es que la alcaldesa le pone cascaritas al Presidente para embolatar ciertas responsabilidades. Parecerían matriculados en escuelas distintas. La del Presidente es ‘hay que abrir esto’. Y la de la alcaldesa, ‘no abramos porque no estamos preparados’. ¿Qué camino toman las universidades ante esas dos tendencias?
Ninguna posición en este momento puede ser fundamentalista, ni para autorizar un regreso total ni para expedir regresos parciales. Hay que buscar un equilibrio haciendo un mayor esfuerzo para volver a la presencialidad segura, no a la irresponsable. El punto es que las autoridades nos den a las universidades instrucciones claras para poder hacer las inversiones que requerimos.
Imagino que los horarios son otro lío...
Si nos dicen: 'No se puede en todas las universidades empezar clases a las ocho de la mañana', pues tendremos que adaptarnos a eso. ¿Cuáles son los horarios? ¿Qué porcentajes de ocupación vamos a tener? Todo ese tipo de temas faltan por definir, antes de abrir.

Hay que buscar un equilibrio haciendo un mayor esfuerzo para volver a la presencialidad segura, no a la irresponsable

¿Abrir este año?
Claro, este semestre.
¿Encerrarnos y vivir, o salir y arriesgarnos? ¿Cuál es la posición de Juan Carlos Henao, personalmente, sobre ese tema?
Esa dicotomía merece ser profundizada. La existencia es vida y muerte. La muerte es la mayor incertidumbre de todos los seres humanos, y tenemos que aprender a convivir con ella. Y eso es lo que está planteando la pandemia. En el fondo, la pandemia es una incertidumbre que se nos está generando a todos, producto del temor a ese contagio. ¿Qué creo yo frente a eso? Que esas angustias anticipatorias que tenemos todos los seres humanos, todos, desde no dejar salir a una niña a la calle o no querer ir a un sitio por la noche, por lo que sea, son angustias anticipatorias que tenemos todos.
Y que, al final del día, muchas veces demuestran ser innecesarias...
Así es. Pero si uno se descuida con las angustias anticipatorias, entonces genera un riesgo que puede llegar a ser descomunal. En ese equilibrio de saber manejar la incertidumbre, que es la que genera esa angustia anticipatoria, está todo el diseño de la política pública. Aquí lo que tenemos que buscar son espacios que no generen tanta angustia, porque una angustia anticipatoria colectiva es un caldo de cultivo para el autoritarismo.
Amplíeme eso del autoritarismo, porque comparto su preocupación...
Tenemos que buscar una medición de la angustia anticipatoria que sea equilibrada y que permita, precisamente, espacios de libertad. Cuando uno tiene mucho temor a las cosas, cuando uno tiene demasiada angustia, se bloquea. Cuando uno maneja y dosifica correctamente su angustia, no se bloquea y permite espacios de libertad. Mi llamado sería a que no generemos tanto temor y aprendamos a convivir un poco más con la incertidumbre que se genera en una pandemia como esta. Eso es consustancial a la vida del ser humano.
¿Cómo se conjuga la angustia anticipatoria con las medidas de prevención de una pandemia? ¿Son compatibles?
Claro que son compatibles. Se debe buscar un equilibrio entre el temor cierto que se le genera a la gente y la libertad de poder actuar como antes. Me explico: una autoridad pública, frente a una pandemia, obviamente tiene que cuidar la salud colectiva, pero también tiene que ponderar ese cuidado con otros elementos, como son la libertad individual y el desarrollo económico.
En esa ponderación se tiene que ser equilibrado y no fundamentalista. Fíjese que ya se están produciendo muchos gestos de indisciplina social. Yo estoy casi seguro de que casi todos los colombianos hemos incumplido las normas severas de aislamiento, por algún motivo. Así sea verse con la mamá. El aislamiento produce un abolicionismo del otro.
¿Éticamente, como podemos manejar esa segregación obligatoria, ese apartamiento social? Esto nos está llevando a que los seres humanos nos cojamos fastidio, por temor al contagio...
Qué linda su pregunta. Mirá, hay que hacer pedagogía social, sabiendo que la abolición del prójimo es un peligro ético para la humanidad. Que lo debemos evitar, y por eso ensalzar; por eso, darle demasiado valor a lo virtual plantea un ser humano con parálisis relacional.
¿Pero cuáles son los espacios que nos está dejando la pandemia para que eso no pase?
Están prácticamente nulos. Yo llevo meses sin salir de mi casa. Creo que sí se tienen que ir reabriendo con pedagogía social, donde no se plantee la figura del 'untare', o el untador, en italiano, de las pandemias que hubo en los siglos XV y XVI, esa persona a la cual se la excluía porque generaba temor de la infección. Y aquí tenemos que tener cuidado con esa lógica. No abolir al prójimo en la vida social, que es el peligro que yo estoy sintiendo en este momento, con medidas que puedan llegar a ser muy fundamentalistas de aislacionismo social. Y quiero plantearle, si me permite, otro término: ‘resignificación’.
Mientras no sea sinónimo de ‘reinventarse’...
Resignificación es volver a dar significado a los conceptos que tenemos los seres humanos para desarrollar nuestras vidas. Es eso. Más que reinventarnos. Reinventarnos es como decir: ‘Yo soy panadero y entonces ahorita voy a hacer panadería diferente’. No, es mucho más profundo. Resignificarse en cosas íntimas, resignificarnos en conceptos sociales. ¿Quién en este momento no está pensando que ser tan acelerado es una tontería? ¿Que eso no vale la pena, que hay que mermarle al ritmo, que esa obsesión de lo económico, de la acumulación, no tiene sentido?
Esa resignificación que nos está abriendo más espacios al arte, a la música, a la vida familiar nos está haciendo volver a pensar en ser genuinos, honestos, confrontacionales en el sentido positivo. Es lo que yo llamo la resignificación. Volverle a dar significado a la vida de los seres humanos, con unos principios más claros.
¿Las clases presenciales en colegios y universidades son una forma de romper con esa tendencia de aislar a los demás?
Claro. Y yo estoy a favor de las clases presenciales, pero dosificadas y con mucha medida extrema de bioseguridad. Pero no abolirlas.

Yo estoy a favor de las clases presenciales, pero dosificadas y con mucha medida extrema de bioseguridad. Pero no abolirlas”.

Me da pena aterrizarlo de un tema tan profundo como el que me está planteando, para hablar de la elección a Procurador. ¿Qué piensa de que haya candidatos del Gobierno que son sus funcionarios, que los haya del Congreso, que los haya de la Procuraduría?
El llamado cuarto poder, mientras mayor independencia, mejor. Lo que veo con placer es la cantidad de buenos candidatos, entre otras la ministra de Justicia, señora a la cual le tengo mucho respeto.
¿Y usted ya tiene su favorito?
Hay muchos muy buenos. Habría que ver las listas. Pero así de memoria, Enrique Gil Botero, Humberto Sierra Porto, Luis Felipe Henao... Hay por lo menos diez excelentes candidatos de dónde escoger.
¿El secretario del Senado, Gregorio Eljach?
Alguien muy vinculado a la clase política y que va, precisamente, a vigilar y a sancionar a alcaldes, gobernadores, etcétera, no es muy aconsejable.
Se lo ve muy contento en la rectoría del Externado. ¿Me puede decir, después de todos estos años, por qué fue el elegido para sucederlo por el rector del Externado, el doctor Fernando Hinestrosa?
No fui el elegido del doctor Hinestrosa. Incluso, yo le decía, con mi hablado desabrochado: ‘Maestro, no nos deje ese chicharrón’. Él respondía: ‘No, Juanca, confío en la comunidad externadista. A mí me eligió el Consejo Directivo. Pero había una amistad entre los dos. Compartíamos los principios esenciales de la vida, no la forma, porque él era muy elegante, y yo soy, le reitero, más desabrochado...
Un poquito más, sí, pa’qué... (Risas.)
Pero compartíamos el pensamiento esencial sobre la democracia, el ser humano, la educación, el acceso a la educación, el liberalismo para enseñar, los principios y el ideario del Externado con su probidad, su pluralismo, con su respeto al otro, con su multiculturalismo. Me siento orgulloso de ser profesor del Externado con ese ideario. No podría ser ni me nombrarían rector en otras universidades, con esa manera de ser y de pensar.
Si usted ha llevado a las mil maravillas ese legado, ¿por qué hay un grupito de externadistas empeñado en correrle la butaca, de una manera que ya es descarada?
Parezco un político con esta respuesta que le voy a dar, pero creo profundamente en que la democracia supone la oposición. Ha sido muy fuerte, y en ocasiones injusta, exagerada, como usted dice, pero es oposición, que les sirve a quienes gobiernan, ya sea un presidente o un rector.
¿Y qué es lo que le recriminan?
Siempre he preferido guardar silencio ante los medios sobre los asuntos internos de la universidad. Lo que sí puedo decirle es que mi misión era hacer una rectoría de transición, que superara positiva y calmadamente la muerte de su gran maestro Fernando Hinestrosa, rector durante 49 años. Que permitiera mantener en alto el nombre de esta casa de estudios, lo cual pienso que se ha logrado. Creo que el próximo rector que vendrá sabrá hacer muchos más cambios de los que yo he hecho. Pero creo que terminaré mi mandato como rector, a mucho honor.
¿Cuándo?
En abril del próximo año.
Ah, pero hasta abril sí lo podrán esperar...
(Risas) Es muy difícil que en el Externado vayan a correrle la butaca a un rector.

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MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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