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La temporada de fiestas no ha sido de lo más prolífica en cuanto a salidas se refiere por muchas razones, algunas bastante evidentes y otras más de carácter personal y que no vamos a relatar ya que no es menester para el devenir de este blog aunque puedo precisar que no ha sido por motivos de salud. Realmente este mes está siendo muy parecido al de hace un año, con pocas salidas y de no mucha enjundia las que se hacen y que, por unas razones u otras, te bajan la media de salidas ya de por sí bastante discreta.

Ya no me apunté a alguna salida por las nuevas restricciones sanitarias y en la que pude salir, el día 2, no me podía alejar del epicentro urbano y como hacía un día muy desapacible para circular en bici e iba solo decidí merodear un poco por el carril bici y no ir a buscar trialeras mojadas ni caminos embarrados y una vez llegué a línea de mar giré a la derecha para recorrer el tramo de carril del puerto que tiene algunas variantes para luego volver atrás y dirigirme hacia s’Arenal, vamos pues.

El tema, se pone a llover con bastante intensidad pasando por delante del auditorium por lo que protejo la mochila y a mí mismo parado debajo de un árbol de la acera y es cuando veo venir a uno de frente que me resulta conocido, efectivamente es Miquel Angel de los bous y se para al reconocerme, charlamos un rato hasta que escampa y me vuelvo con él hacia el centro donde nos separamos, como parece que se ha calmado el tiempo continuaré por la costa, él ya estaba de vuelta, yo había salido bastante tarde esperando el convencimiento de que no me mojaría lo cual evidentemente sí ha ocurrido y lo recalco porque he salido con pantalones largos, cosa que nunca hago, y los llevo empapados pero supongo que será por el propio tejido que están ya casi secos y no me hacen dudar de continuar el recorrido que tenía pensado en un principio.

Sin problemas de rodadura y sin mucha gente a la que molestar en todo el camino, tanto de ida como de vuelta pero el día seguía estando bastante desapacible y ya llegando al Portixol empezó a caer una granizada de las buenas que me empapó en un tris y eso no fue lo peor, perdí la tracción, núcleo y piñonera no iban a la par así que tuve que volver andando todo el camino bajo la lluvia, al menos hasta el puerto deportivo. Por cierto, no había visto los avances en la obra del puerto pequeño y parece que va a quedar bastante cuco, tanto por dentro como por fuera.

Los efectos más graves de la tormenta vinieron en los días venideros y no apetecía nada salir a dar pedales aunque si hubiera hecho bueno tampoco lo habría hecho, el horario no me lo permite y no soy de nocturnas y de todas maneras yo seguía sin núcleo que reponer, el buje lleva la marca de la bici y no encontré información al respecto y el mecánico prefirió ver la pieza en directo antes que emitir un diagnóstico erróneo, yo por mi parte pensaba que podría utilizar otra bici que también resultó estar averiada y a la hora de la verdad no quise coger la rígida por su incomodidad manifiesta y porque también me obligaba a ir por asfalto toda la ruta y no me veía con el coraje suficiente, conclusión, que no salí el fin de semana siguiente.

Con una semana por delante hubo tiempo suficiente para remediar el asunto del núcleo averiado y para el jueves el tema estaba finiquitado y me podía centrar solamente en la ruta venidera. Me habían invitado a compartir salida unos compañeros novatos y decidí acompañarlos, haré una rentreé suave, por así decir. En un principio me dijeron Bunyola y finalmente Esporles, pero así, sin precisar nada más, eso daba pie a muchas variantes a cual más apetitosa, es lo que tiene ir con gente inexperta, que les da igual a que b ya que no conocen ni una ni otra.

El día empezó torcido y a pesar de quedar a una hora más que cómoda me dormí y me tuvieron que esperar aunque tampoco me regañaron. Decía Jaume de ir a Esporles y fuimos por donde propuso, atravesando el Parc Bit y tomando el circuito GR por Establiments y posteriormente por Son Malferit y no fuimos los únicos en planear esa ruta ya que varios grupos nos sobrepasaron en ese camino.

Más o menos todo siguió el guion previsto hasta la barrera de Son Ferrà donde aún deambulaban algunos de los que nos adelantaron no sé yo si con algunas dudas respecto a la bajada que tenían por delante, creo que no iban muy convencidos. Mis compañeros no tenían ese problema, no conocían lo que venía a continuación ya que el plan que había urdido durante la aproximación era subir a la ermita por las rampas pese a que estaba casi seguro de que tampoco las haría de una tirada, el tema era valorar sus posibilidades respecto a una subida seria más una bajada del mismo nivel y conocer sus impresiones de primera mano y en caliente, y vamos a ello.

Bien es sabido que la subida de la ermita va de más a menos, lo verdaderamente jodido está al principio, justo pasar la curva de tierra y comenzar el cementado, Jaume tiró un rato pero no pasó de la primera curva, más o menos como Nando que subía despotricando mientras que yo puse pie en la penúltima rampa donde realmente se empina y la verdad no me lo esperaba, pensaba que lo haría mucho antes pero en cambio sí pude subir la última y esperarles en el mirador para ya tirar directos hacia arriba. Las quejas eran variadas y las entendí perfectamente, no hace mucho lo intenté con la bici de Joan y las pasé canutas entre la postura tan forzada sobre el manillar y la suspensión saltando de piedra en piedra y eso que es una bici de mucha mejor calidad que las que ellos llevan, no les quito mérito. Mientras subíamos iba pensando en cuál podría ser nuestra ruta de bajada, lo fácil hubiera sido tirar por la más larga pero preferí improvisar un poco y nos fuimos por otra que combina sendero y camino de carro para ir tomando nota de sus impresiones por si salimos otros días saber a qué atenerme, que espero que sí. Les pareció un poco exagerada, al menos al principio porque en la parte ancha la adrenalina hizo de las suyas.

Una vez en la zona del Castellet optamos por ir directos al área recreativa, itinerario muy concurrido por senderistas de todas las edades, donde se repitió más o menos la tónica anterior, sendero revirado al principio con algunos pasos técnicos y despelote al final y más ya cuando entramos en la zona de pinar donde el camino se convierte en pista y con más inclinación donde Nando se pegó la nata de su vida, está grabada, no puede negarlo, y poco se hizo por el vuelo que dio, no la vi porque iba delante pero cuando se comió la piedra la suspensión no la absorbió y se quedó la bici clavada y la inercia hizo el resto, menos mal que todo quedó en un susto, grande pero solo susto.

Una vez en la carretera ya solo nos quedaba la vuelta y la hicimos por el recorrido de ida variando solamente las pistas de Son Mallol y entrando en Palma por la carretera de Valldemossa en lugar de la de Sóller que si no la traza queda muy sosa cuando la ves en pantalla. Por mi parte buena ruta y como digo mejor de lo que esperaba después de todas estas jornadas de parón, ruta de esas que hacen que te vuelva a gustar el mountain bike y que ves que la balanza al final siempre queda más inclinada hacia la dicha que hacia la aflicción, eso es lo importante.


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