Había una vez una ruta

Cuando me dijeron de ir a Alcúdia no me lo pensé, tenía que asistir pero me puse una condición, que fuera por donde fuera que transcurriera la ruta propuesta yo rodaría por un camino que me faltaba por recorrer en la zona, me daba igual si tenía que ir solo pero me era absolutamente imprescindible grabar ese itinerario aunque después de revisar la traza que me enviaron pude comprobar muy satisfactoriamente que también pasábamos por allí, asunto finiquitado.

Nos fuimos reuniendo todos los integrantes del grupo en el aparcamiento que hay junto al solar de las ruinas romanas, la antigua ciudad de Pollentia, extramuros de la actual Alcúdia, antaño mora, se ve que esa zona ya tenía tirón en la antigüedad pero no debía ser por las razones actuales, mucho más relacionadas con el ocio y el asueto, las mismas que nos mueven a nosotros pero con algo de esfuerzo y sudores por medio.

Nos metimos por algunas calles hasta las afueras para rodar por un camino vecinal hasta desembocar en la urbanización de Alcanada y buscar el paseo costero frente a los chalés a través de las escalinatas. Este ancho paseo nos lleva hasta las inmediaciones de la playa de Alcanada junto a la entrada del golf donde prosigue ahora con algo menos de anchura y ya cuando tenemos que circular pegados a la rejilla ya ni te cuento, y cuidadín con engancharte con el manillar, además en algunos tramos está bastante descarnado haciendo imposible el rodar sobre esas rocas afiladas. Cuando dejamos atrás el campo de golf nos espera una buena rampa junto a la costa para girar bruscamente arriba al lado de una pared después de pasar un botador hasta llegar a desembocar con un camino ancho y aunque pudimos enlazar con la pista del coll baix directamente lo hicimos rodeando el puig Negre añadiendo más dureza y desnivel al recorrido.

Retrocedimos por esa pista hasta el cruce que marca creo que ermita, hace rato que hemos dejado atrás el de las Fontanelles Sobiranes, nos toca hacer el que no conozco y que tenía algo desubicado mentalmente, tanto que de hecho creía que era más o menos llano en toda su extensión pero que va, la subida hasta lo alto de la montaña es bastante larga y con suelo muy deteriorado, y además ver a los compañeros en lo alto que te van dejando atrás no contribuye precisamente a disfrutar del momento y la pena es que te vas dando cuenta de que hacerla montado en sentido contrario puede ser incluso peor, muy buena tendría que ser la bajada por la otra vertiente para poder decir que has disfrutado al menos algo del trazado completo.

Muy buenas vistas arriba pero poco comparables con las que se vislumbran desde la cima que tienes a tus espaldas, engañosamente cercana, estos momentos siempre relajan y generalmente compensan el esfuerzo realizado para admirarlas, pero parte de esa compensación tiene que venir del tramo de bajada y no defraudó ya que es muy rápido y sin apenas complicaciones técnicas que te impidan saborearlo de principio a fin. Llegada al cruce, le llamaremos coll de na Benet con reservas ya que no todos los autores (digamoslo así) se ponen de acuerdo con su topónimo exacto, y parada para reagrupar y reparar y viendo el percal salí de los primeros. Vagamente recordaba el recorrido y mucho menos que tal lo hice en esas pasadas, seguramente fatal, pero más o menos iba controlando hasta que me di cuenta de que el cambio estaba desajustado y es de los sitios que lo necesitas ya que no es un descenso puro, en ocasiones tienes que pedalear y no podía, tuve que parar y me pasaron casi todos, tampoco es que lo ponga como excusa, todos sabemos que el de atrás SIEMPRE va más rápido, después me di cuenta de que no era problema del cambio si no del eje pasante aflojado y solo tuve que reapretarlo.

Dejamos atrás el desvío del campamento para continuar en dirección a la ermita en subida otra vez, en esta zona hay que estar atento a los cruces porque hay unos cuantos y si el grupo se estiraba podría haber algún problema de orientación a la hora de elegir el ramal correcto al no ver al que te precede. Sin pretender subir a la ermita continuamos ahora en dirección al torrente donde tenemos algunos problemas con los árboles caídos y se añade también que la circulación tampoco es fácil ya que la mayor parte del tiempo ruedas por el cauce aunque eso es parte también de la diversión. Lo mejor es cruzar por debajo de la carretera y acceder a la playa directamente y aprovechar para el alto del bañito aunque en este caso parece que no era la elección escogida por eso continuamos ruta por el asfalto con el último repecho por delante, ánimo que es el penúltimo, nos queda aún el final, el que nos deja en el cruce del Mal Pas donde se puede decir que se acabó lo que se daba, ya nos podemos relajar de verdad y disfrutar del paseo costero lo máximo posible. Lo primero es dirigirnos a las playas de la zona de Manresa para rodear la punta y acceder a la playa del Morer Vermell donde sí tuvo lugar la parada oficial para el baño, esta vez con menos voluntarios, algunos nos sentamos a la sombra a platicar y otros se fueron a por líquidos y volvieron con un garrafón de agua que se acabó en plis plas, todo hay que decirlo.

Rodeamos es Barcarès y fruto de nuestra ignorancia algunos acabamos donde no debíamos aunque no lo suficientemente lejos para montar un drama, cuando llegamos al punto de reunión acordado, léase bar, aún faltaban unos cuantos por llegar pero ya sin ningún temor de que pudieran extraviarse por las inmediaciones, hay que ver lo que tira una buena caña, a algunos más que una buena trialera.


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