En toda regla

Un imprevisto suspendió mi salida prevista para el sábado en la zona este de la isla, zona bastante conocida por algunos miembros del grupo de los Bous bufats y que se prestan desinteresadamente a darla a conocer a los foráneos y estos actos de buena fe hay que aprovecharlos porque poder contar con la dirección del sherpa no tiene precio al no tener que estar constantemente pendiente de qué curso tomar en cada cruce ni de adivinar donde te va a llevar ese camino desconocido, y esto solo centrándome en el aspecto estrictamente deportivo.

Pero el domingo sí podía tener mi chance y no la malogré, salí aunque lo que hice no puede estar muy alto en un ranking de rutas, ¿qué se puede esperar de una salida por Na Burguesa? Yo desde luego no me hice muchas ilusiones ni tampoco esperaba grandes hazañas, se supone que iría a mi ritmo de siempre y casi podría decirse que si lo alcanzaba ya sería un logro. Dejé de tocar duro cuando atravesé el parc de sa Riera pero solo fue un pequeño adelanto porque no volví a ver tierra hasta Son Puigdorfila, allá donde la plaza de toros, para continuar hasta el torrente e ir a buscar la salida por la primera rotonda, dejé de lado el paso subterráneo nuevamente, y de ahí a Gènova para cruzar por el interior y aparecer a mitad de subida por el camí vell, en la actualidad una autopista donde cada vez que paso me hago la misma pregunta, ¿quién habrá costeado toda la obra realizada? Me pica la curiosidad.

Me paré arriba, sí, lo hice, no tiene sentido hacerlo de una tirada si no es por un concepto muy estricto del deporte o que vas sobradísimo, en realidad creo que también lo hago por si viene alguno y al menos te saca un pique. Pues ni una cosa ni la otra, partí solo en dirección al coll des Pastors y no me crucé con nadie hasta llegar a la explanada, la misma que llaman los tres pinos que bien que miré pero solamente hay dos, puede que también una mata pero pinos, pinos, dos. Había gente allí, a mi lado uno que le explicaba a un guiri alguna cosa de los caminos, no me enteré, y dos más algo más alejados, después se fue el trío español y me dejaron con el extranjero con el que evidentemente no medié palabra, ni él hablaba lo que yo ni yo lo de él así que se fue con viento fresco (bueno, fresco… no mucho, la verdad) hacia la carretera, o eso supongo, porque aunque yo fui tras suyo ya había pasado mucho tiempo y no volví a verle.

El cemento es lo que bajé, y aunque estuve tentado, dejé de largo el sendero del bosque y preferí bajar por la pista ancha teniendo que pedalear solamente un tramo corto de asfalto para llegar al coll de sa Creu donde ya pude empezar a bajar por los atajos. Ya en el primero me di cuenta de que me faltaba soltura para mejorar mi tiempo, sensación que no me abandonó en todo el recorrido. El tema es que aún a pesar de poder experimentar sensaciones muy dispares haciendo la bajada el crono no fue escandalosamente malo lo cual me lleva a la conclusión de que a pesar de ir disfrutando a tope el tiempo tampoco mejora en grado sumo, un petat, vamos, o quizás que no sé valorar en su justa medida ese pequeño recorte ya que la tirada total tampoco es tan larga. De todas maneras, y creo que ya lo he comentado en alguna ocasión, ese segmento precisamente tiene un fallo y computa dos tramos diferentes como el mismo proporcionando una clasificación engañosa, eso en el caso de un premier pero como no lo soy solamente puedo centrarme en mi mejor tiempo y gracias, fue bonito mientras duró.

De nuevo en la rotonda me tiré por la pendiente hasta abajo y no me gustó nada de lo que vi, ratas muertas, ratas corriendo, quin oi, y el resto todo removido, alguna parcela parecía haber sido arada y costaba rodar entre tanto socavón, parecía que se había hecho limpieza ya que se veían cúmulos de restos vegetales, no me acabó de gustar aquello, y fue salir por Madre Alberta y ya no dejar el carril bici para nada hasta completar el bucle. Una típica vuelta de domingo en toda regla.


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