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Revisión sistemática de las consecuencias neurobiológicas del abuso sexual infantil
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Gac Sanit. 2011;25(3):233–239
Revisión
Revisión sistemática de las consecuencias neurobiológicas
del abuso sexual infantil
Noemí Pereda* y David Gallardo-Pujol
Grup de Recerca en Victimització Infantil i Adolescent (GReVIA), Grup d’Estudis Avanç ats en Violencia (GEAV),
Facultat de Psicologia, Universitat de Barcelona, Barcelona, Espa˜na
información del artículo
Historia del artículo:
Recibido el 13 de septiembre de 2010
Aceptado el 29 de diciembre de 2010
On-line el 5 de marzo de 2011
Palabras clave:
Abuso sexual infantil
Neurobiología
Impactos en la salud
Revisión
r e s u m e n
Objetivos: Los resultados de diversos estudios sugieren la existencia de un período crítico en el desarrollo
del individuo en el cual la experiencia de maltrato y abuso sexual puede conllevar cambios neurobio-
lógicos permanentes o muy duraderos, afectando especialmente a la respuesta del eje neuroendocrino
hipotálamico-hipofisario-adrenal. El objetivo de este trabajo es ofrecer una revisión actualizada de las
principales consecuencias neurobiológicas del abuso sexual infantil.
Métodos: Se seleccionaron aquellas publicaciones de enero de 1999 a enero de 2010, en inglés o espa ˜nol,
centradas en las consecuencias neurobiológicas relacionadas con la experiencia de abuso sexual infantil
mediante las bases de datos Medline, Scopus, Psycinfo y Web of Science. También se examinaron las listas
de referencias de estudios publicados acerca de las consecuencias neurobiológicas de la victimización en
la infancia.
Resultados: Se incluyeron 34 estudios sobre consecuencias neurobiológicas del abuso sexual infantil, de
los cuales se extraen alteraciones neuroendocrinas, estructurales, funcionales y neuropsicológicas que
afectan a un importante número de víctimas.
Conclusiones: Los trabajos que hasta ahora han explorado los efectos neurobiológicos del maltrato mues-
tran que es necesario considerar a éste y al abuso sexual infantil como problemas de salud que afectan a
diferentes áreas de la vida de sus víctimas, favoreciendo así el desarrollo de programas de intervención
y tratamiento teniendo en cuenta sus múltiples efectos.
© 2010 SESPAS. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
Neurobiological consequences of child sexual abuse: a systematic review
Keywords:
Child sexual abuse
Neurobiology
Impacts on health
Review
a b s t r a c t
Objective: The results of several studies suggest that there is a critical timeframe during development
in which experiences of maltreatment and sexual abuse may lead to permanent or long-lasting neuro-
biological changes that particularly affect the hypothalamus-pituitary-adrenal axis response. The aim of
the present study was to provide an updated review on the main neurobiological consequences of child
sexual abuse.
Methods: We selected articles published between January 1999 and January 2010 in English or Spanish
that focused on the neurobiological consequences of child sexual abuse available through Medline, Scopus
and Web of Science. We also examined the references in published articles on the consequences of sexual
victimization in childhood.
Results: In this review we included 34 studies on neurobiological consequences, indicating different kinds
of effects, namely: neuroendocrine, structural, functional and neuropsychological consequences, which
affect a large number of victims.
Conclusions: The existing body of work on the neurobiological consequences of maltreatment shows the
need to consider maltreatment and child sexual abuse as health problems that affect different areas of
victims’ lives, which would in turn favor the development of intervention and treatment programs that
take these multiple effects into account.
© 2010 SESPAS. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved.
Introducción
El abuso sexual ha sido uno de los tipos de maltrato infantil más
tardíamente estudiado, si bien su revelación como maltrato fre-
cuente, y con importantes y perdurables efectos psicológicos para
* Autora para correspondencia.
Correo electrónico: npereda@ub.edu (N. Pereda).
sus víctimas, ha dado lugar en las últimas décadas a un notable cre-
cimiento en el interés profesional sobre la detección de estos casos y
la intervención posterior con estas víctimas1. Estudios nacionales2
e internacionales3,4 han constatado la amplia extensión de este pro-
blema en el mundo occidental, con una prevalencia que oscila entre
un 10% y un 20% de la población5.
Recientemente se ha producido una especial sensibilidad
hacia este tema, tanto por los investigadores como por parte de
la sociedad, y se observa un notable esfuerzo e interés de las
0213-9111/$ – see front matter © 2010 SESPAS. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
doi:10.1016/j.gaceta.2010.12.004

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administraciones en el campo de la atención y la protección del
menor en este aspecto. Sin embargo, la ausencia, en la mayoría de
las ocasiones, de un da˜no físico visible, así como la inexistencia de
un conjunto de síntomas psicológicos que permitan su detección
y diagnóstico unívoco, han hecho que el abuso sexual infantil sea
difícil de detectar por los profesionales de la salud6.
Diferentes estudios constatan consecuencias que afectan a todas
las áreas de la vida de la víctima, tanto en la infancia7 como en la
edad adulta8-10, y que impiden hablar de un síndrome del abuso
sexual infantil. Así, los trabajos publicados al respecto demuestran
que no hay un patrón de síntomas único, y sí una extensa variedad
de síntomas en estas víctimas e incluso la ausencia total de sínto-
mas que presentan algunas de ellas, lo cual impide establecer un
síndrome que defina y englobe los problemas físicos, emocionales,
cognitivos y sociales que se relacionan con la experiencia de abuso
sexual11.
Una de las áreas de estudio actual más importante en casos de
abuso sexual infantil, más allá de la psicopatología, es la relacionada
con las consecuencias neurobiológicas de esta experiencia, dadas
sus repercusiones en el individuo12, centrándose en el estudio del
eje hipotalámico-hipofisario-adrenal debido a su importante fun-
ción en la respuesta al estrés13, aunque se ha observado que otros
sistemas neurofuncionales también pueden verse implicados14.
Los resultados de diversos estudios sugieren que hay un período
crítico en el desarrollo del individuo en el cual la experiencia
de estrés puede conllevar cambios neurobiológicos permanentes
o muy duraderos, que aumentan la probabilidad de desarrollar
trastornos del estado de ánimo y de ansiedad como respuesta
a la experiencia de otros estresores posteriores en la vida del
individuo15,16. Esta perspectiva se relaciona con el concepto de
alostasis, definido como la capacidad de conseguir estabilidad
a través del cambio y referido a la respuesta que los sistemas
nervioso e hipotalámico-hipofisario-adrenal del individuo propor-
cionan ante un estresor, y que tiene como finalidad el retorno a la
estabilidad fisiológica. No obstante, si el estresor perdura durante
largos períodos de tiempo y la respuesta de los sistemas impli-
cados resulta infructífera para estabilizar al individuo, se produce
una sobrerreactividad crónica que puede conllevar consecuencias
fisiopatológicas12. Esto es especialmente grave si se produce en el
período de desarrollo del individuo, es decir, durante la infancia17,
pues las regiones cerebrales sensibles al estrés se encontrarían en
un momento de máxima sensibilidad18-20.
En este sentido, y relacionado con lo ya expuesto, resulta
especialmente útil conocer las consecuencias neurobiológicas y
su variedad de formas, ya que ello nos permite aproximarnos al
concepto de resiliencia psicobiológica21. Así, ser portador de deter-
minados alelos puede conferir una cierta protección durante los
períodos críticos que acabamos de comentar22.
Aunque hay algunas revisiones previas sobre este tema23-28,
ninguna de ellas se ha centrado exclusivamente en el área del abuso
sexual infantil. Además, es necesaria una actualización en lengua
espa ˜nola de las investigaciones publicadas al respecto. En esta línea,
el objetivo del presente trabajo es ofrecer una revisión actualizada
de las principales consecuencias neurobiológicas del abuso sexual
infantil, que permita a los profesionales de la salud conocer las nue-
vas líneas de trabajo y los nuevos hallazgos experimentales que, en
un futuro, podrían facilitar su prevención o el tratamiento de sus
consecuencias.
Métodos
Selección de los estudios
Se llevó a cabo una búsqueda bibliográfica exhaustiva, entre
los meses de febrero y marzo de 2010, y se seleccionaron aquellas
publicaciones centradas en las consecuencias neurobiológicas
relacionadas con la experiencia de abuso sexual infantil de los últi-
mos 10 a ˜nos (de enero de 1999 a enero de 2010), por los relevantes
cambios llevados a cabo en este tema en la última década.
Se consultaron las bases de datos internacionales Medline,
Scopus, Psycinfo e ISI Web of Science, utilizando los siguientes tér-
minos: (consequences OR effects) (consecuencias OR efectos) AND
(sexual abuse OR child sexual abuse) (abuso sexual OR abuso sexual
infantil) AND (neurobiological OR neurobiology OR biology OR endo-
crine) (neurobiológico OR neurobiología OR biología OR endocrino)
AND (hippocampus OR amygdala) (hipocampo OR amígdala). Como
complemento a lo anterior también se examinaron las listas de
referencias de los estudios publicados acerca de las consecuencias
neurobiológicas de la victimización en la infancia, especialmente
revisiones sobre el tema.
Criterios de inclusión y exclusión
Se revisaron los resultados de cada búsqueda y sólo se inclu-
yeron artículos empíricos, no revisiones de artículos. Los artículos
incluidos podían estar escritos en espa˜nol, dada la importancia de
considerar trabajos en esta lengua en una revisión dirigida a pobla-
ción hispanoparlante, o inglés, idioma en que se publican la mayoría
de los trabajos empíricos. Se incluyeron trabajos cuyas muestras
estuvieran formadas exclusivamente por casos de abuso sexual
infantil, o por casos de malos tratos infantiles que contuvieran sub-
grupos de abuso sexual.
Como criterio de exclusión, se descartaron todos aquellos estu-
dios en cuyo título o resumen no se incluyeran los temas de la
revisión. Asimismo, tampoco se incluyeron los que hacían referen-
cia a temas relacionados, pero no directamente vinculados, como la
violencia sexual en la edad adulta, o las consecuencias psicológicas
del abuso sexual infantil.
Análisis de la revisión de la literatura científica
Se tuvieron en cuenta diferentes variables de los trabajos inclui-
dos, como son el tipo de alteraciones analizadas en el estudio
(neuroendocrinas, estructurales, funcionales o neuropsicológicas)
y sus principales hallazgos; la existencia de grupo experimental y
de grupo control; el tama˜no muestral de cada grupo; las caracte-
rísticas de la muestra experimental (p. ej., casos de abuso sexual
infantil o casos de maltrato, incluyendo el abuso sexual como sub-
grupo); el sexo de los participantes y el grupo de edad (mayores o
menores de 18 a˜nos).
La revisión de las publicaciones se llevó a cabo por los auto-
res del presente estudio, de forma independiente y con un valor
de acuerdo inicial kappa del 97,05%. En los pocos casos en que se
produjo discrepancia, se llegó finalmente a un consenso.
Resultados
Se identificaron 159 artículos, de los cuales tras su revisión se
seleccionaron 34 (figura 1). Los estudios revisados son, principal-
mente, trabajos relativos a las alteraciones neuroendocrinas (11
estudios, un 32,3% de los incluidos) y estructurales (14 estudios,
un 41,2% de los incluidos) que se han vinculado con la experien-
cia de maltrato y abuso sexual infantil, así como en menor medida
a alteraciones funcionales (4 estudios, un 11,8% de los incluidos)
y neuropsicológicas (5 estudios, un 14,7% de los incluidos). Cabe
destacar que algunos estudios analizan tanto los efectos del mal-
trato infantil sobre la estructura como sobre la función cerebral,
por lo que los porcentajes referidos a los estudios no son mutua-
mente excluyentes. En la tabla 1 se presentan los estudios que han
mostrado resultados significativos al comparar grupos de víctimas.

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159
artículos posibles
(Psycinfo, Scopus, Medline, listados referencias)
105
artículos excluidos por
irrelevantes o repetidos
54
artículos leídos
34
artículos incluidos
20
artículos excluidos por no
cumplir los criterios de
inclusión
Figura 1. Proceso de selección de los estudios (revisión sistemática de artículos
publicados entre 1999 y 2010).
Alteraciones neuroendocrinas
Uno de los sistemas neurobiológicos que se ven especialmente
afectados por la experiencia de abuso sexual infantil es el eje neu-
roendocrino hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo que supone un
fracaso en la capacidad de alostasis del individuo, especialmente
en aquellas víctimas que presentan trastorno por estrés postrau-
mático. Concretamente, disregulaciones en el funcionamiento de
este eje conllevan mayores concentraciones urinarias de dopamina,
noradrenalina, adrenalina y cortisol. Así lo han encontrado Widom
et al29 en víctimas ya adultas de abuso sexual infantil, al comparar-
las con controles de la misma edad, etnia, estatus socioecónomico
y estructura familiar. En general, esta alteración en la regulación
del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, y por consiguiente en la
liberación de hormona liberadora de corticotropina, se encuen-
tra repetidamente en la literatura, si bien estudios realizados por
otros autores con muestras similares de maltrato infantil han obte-
nido, opuestamente, una menor concentración de cortisol en estas
víctimas30-32. La importancia de esta hormona en la presencia o
ausencia de estrés es cabal, debido a su relación con el desarrollo
de psicopatología en situaciones estresantes33, tanto en hombres
como en mujeres.
En este sentido, se ha sugerido la posibilidad de que dife-
rentes formas de maltrato pueden conllevar diferentes efectos
biológicos34, e incluso que las posteriores experiencias traumáti-
cas en la vida de estos individuos pueden explicar las diferentes
consecuencias psicobiológicas35.
Las disfunciones en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal
también parecen confirmarse en otros trabajos. La concentración
de cortisol ante una tarea cognitivamente estresante, tanto en el
período de anticipación como durante la tarea, en víctimas adultas
con diagnóstico de trastorno por estrés postraumático y experien-
cia de maltrato infantil, parece ser significativamente más alta que
en no víctimas sin diagnóstico, estableciéndose esta elevación en
un 63%36. Se ha sugerido una sensibilización de este eje y de la
respuesta autónoma al estrés, que aumenta el riesgo de desarro-
llar determinados trastornos psiquiátricos, tales como trastornos
de ansiedad, depresión o trastorno por estrés postraumático37-40,
especialmente tras la vivencia de otros estresores a˜nadidos en la
edad adulta41.
En relación a los sistemas de neurotransmisión, un reciente estu-
dio llevado a cabo con muestras clínicas, en concreto en mujeres
con trastornos de la conducta alimentaria, también ha hallado una
elevación de la serotonina en las víctimas de abuso sexual infantil
al compararlas con grupos de no víctimas42.
Alteraciones estructurales
Otra importante área de estudio dentro de las consecuencias
neurobiológicas es la posible influencia de la experiencia de mal-
trato y abuso sexual infantil en la estructura del cerebro, por
ejemplo en el tama ˜no del hipocampo, el volumen cerebral, el volu-
men intracraneal y el volumen de los ventrículos laterales o de las
cortezas prefrontal y cingular anterior. El estudio de De Bellis et
al12 es una de las escasas investigaciones sobre este tema realizadas
con víctimas infantiles de malos tratos, incluyendo el abuso sexual.
Los autores apreciaron un menor tama˜no intracraneal (7%) y cere-
bral (8%) en estas víctimas que en el grupo control. Los resultados
indicaron que el volumen intracraneal se correlacionaba positiva-
mente y de forma significativa con la edad de inicio del maltrato
(con un menor tama ˜no craneal en las víctimas de malos tratos más
jóvenes), así como negativamente con la duración de este maltrato
(con un menor tama˜no intracraneal en las víctimas de malos tra-
tos más duraderos), y los autores concluyen que el maltrato infantil,
incluyendo la violencia física, la negligencia, la victimización sexual
y la exposición a la violencia, parece influir de forma adversa en
el desarrollo cerebral de las víctimas. Otros estudios, utilizando
muestras de diferentes tipos de maltrato, obtuvieron resultados
similares al evaluar el cuerpo calloso de víctimas de negligencia
física19, hallaron una asimetría reducida en el lóbulo frontal y tam-
bién un menor tama ˜no cerebral general en las víctimas de distintos
acontecimientos traumáticos en la infancia (maltrato emocional,
abuso sexual, negligencia física, exposición a violencia, separación y
pérdidas)43, pérdida neuronal en el cingulado anterior (víctimas de
abuso sexual, maltrato físico y exposición a violencia)44, y constata-
ron que la experiencia de violencia en la infancia altera el desarrollo
cerebral, especialmente el sistema límbico45.
Respecto a una posible influencia de la experiencia de maltrato
infantil en otra estructura límbica, como es el tama˜no del hipo-
campo de estas víctimas, estudios llevados a cabo con resonancia
magnética y tomografía por emisión de positrones han hallado un
volumen del hipocampo izquierdo entre un 5% y un 18% menor en
las víctimas adultas de maltrato infantil, incluyendo la experien-
cia de abuso sexual, en comparación con grupos control46,47, y un
volumen de la amígdala significativamente menor47,48, así como
la relación de estas consecuencias con el desarrollo de diversas
afecciones tales como el trastorno límite de la personalidad y el
trastorno por estrés postraumático48,49. Este mismo efecto en el
tama˜no del hipocampo en las víctimas de malos tratos en la infan-
cia no se ha constatado en muestras de adultos jóvenes50 ni en
estudios con menores12,43,44,51.
En esta línea, el trabajo de Cohen et al52 muestra un menor
tama˜no del córtex cingulado anterior y del núcleo caudado, de
aproximadamente un 2% a un 5%, en los adultos víctimas de acon-
tecimientos traumáticos en la infancia, entre ellos el maltrato y el
abuso sexual.
También se ha encontrado que el volumen de materia gris en las
mujeres víctimas de abuso sexual en la infancia, en la zona del cór-
tex visual primario y del córtex de asociación visual, tanto derecho
como izquierdo, es entre un 13% y un 18% menor, y este resultado
estaba influido por la duración del abuso53. Similares resultados
se han obtenido con víctimas de otros tipos de violencia, como el
castigo físico corporal54.

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Tabla 1
Consecuencias neurobiológicas del abuso sexual infantil (revisión sistemática de artículos publicados entre 1999 y 2010)
Grupo control (n)
Grupo de edad Sexo
Principales hallazgos
Estudios
(ref.)
Grupo
experimental (n)
Características
Alteraciones
neuroendocrinas
Incremento en la concentración urinaria de
dopamina, adrenalina, noradrenalina y cortisol
28
500
ASI, MF, NEG
396 Adultos
Hombres/Mujeres
Descenso de la secreción de cortisol
29
23
MI
27 Adultos
Hombres/Mujeres
30
192
DEP + MF y/o ASI
-
Adultos
Hombres/Mujeres
31
10
ASI
10 Menores
Mujeres
Incremento de la secreción de cortisol
33
34;35
ASI + TEPT,
ASI + TEPT + ASA
-
Adultos
Mujeres
34
23
ASI y/o MF + TEPT
18 Adultos
Hombres/Mujeres
35
20;15;11
ASI y/o MF, ASI y/o
MF + DEP, DEP
20 Adultos
Mujeres
36, 37
13;14;10
DEP + MF o ASI
12 Adultos
Mujeres
Descenso de la secreción de serotonina
38
73
BUL
50 Adultos
Mujeres
Alteraciones
estructurales
Menor tama ˜no intracraneal y cerebral
12
44
MI + TEPT
61 Menores
Hombres/Mujeres
39
12;12
ATI, ATI + TEPT
24 Menores
Hombres/Mujeres
41
28
MI + TEPT
66 Menores
Hombres/Mujeres
Menor volumen del cuerpo calloso
19
51
MI
115 Menores
Hombres/Mujeres
41
28
MI + TEPT
66 Menores
Hombres/Mujeres
Asimetría del lóbulo frontal
39
12;12
ATI, ATI + TEPT
24 Menores
Hombres/Mujeres
41
28
MI + TEPT
66 Menores
Hombres/Mujeres
Pérdida neuronal del cingulado anterior
40
11
MI + TEPT
11 Menores
Hombres/Mujeres
Menor volumen del hipocampo (izquierdo)
42
21;11
MF y/o ASI + DEP, DEP
14 Adultos
Mujeres
43
21
TLP + MI
21 Adultos
Mujeres
44
10
ASI y/o MF + TLP
23 Adultos
Mujeres
45
10;12
ASI + TEPT, ASI
11 Adultos
Mujeres
Mayor volumen del hipocampo
47
66
MI + TEPT
122 Menores
Hombres/Mujeres
Menor volumen de la amígdala
43
21
TLP + MI
21 Adultos
Mujeres
45
10;12
ASI + TEPT, ASI
11 Adultos
Mujeres
Menor volumen del cingulado anterior y del
caudado
48
250
Sin trastorno
psiquiátrico
-
Adultos
Hombres/Mujeres
Menor volumen de materia gris en la corteza
visual primaria y la corteza de asociación visual
49
23
ASI
14 Adultos
Mujeres
50
23
CFS
22 Adultos
Hombres/Mujeres
Alteraciones
funcionales
Activación de la corteza prefrontal anterior
51
10;12
ASI + TEPT, ASI
-
Adultos
Mujeres
Activación del cingulado posterior y la corteza
motora
51
10;12
ASI + TEPT, ASI
-
Adultos
Mujeres
52
10
ASI + TEPT
11 Adultos
Mujeres
Descenso de la actividad de la corteza
prefrontal medial, el cingulado anterior, el
hipocampo, el giro inferotemporal y el giro
subcalloso
51
10;12
ASI + TEPT, ASI
-
Adultos
Mujeres
52
10
ASI + TEPT
11 Adultos
Mujeres
Descenso en el flujo sanguíneo de la corteza
orbitofrontal
51
10;12
ASI + TEPT, ASI
-
Adultos
Mujeres
Incremento en la actividad de la corteza
inferotemporal izquierda, el giro frontal medial
izquierdo y la corteza de asociación visual
52
10
ASI + TEPT
11 Adultos
Mujeres
Conectividad reducida en el giro dentado,
hiperactivación de la amígdala
53
10; 11; 10
ASI y/o AVM + TEPT, ASI
y/o MF y/o ME y/o
AVM + TEPT, ASI y/o AVM
-
Adultos
Hombres/Mujeres
Mayor activación de la amígdala, del giro
temporal superior izquierdo, del giro frontal
inferior derecho, del cerebelo y del cingulado
posterior en respuesta al miedo
54
8
ASI + TEPT
11 Adultos
Mujeres
Alteraciones
neuropsicológicas
Afectación de la memoria
45
10;12
ASI + TEPT, ASI
11 Adultos
Mujeres
57
26
ASI
19 Adultos
Mujeres
Peor razonamiento abstracto y función
ejecutiva y afectación de la atención y la
concentración
55
14
MI + TEPT
15 Menores
Hombres/Mujeres
Mayor respuesta acústica de sobresalto
58
60
MI
-
Adultos
Hombres/Mujeres
n: tama˜no de la muestra; ASI: abuso sexual infantil; MF: maltrato físico; MI: maltrato infantil; NEG: negligencia; DEP: depresión; TEPT: trastorno por estrés postraumático;
VSA: victimización sexual en la edad adulta; BUL: bulimia; ATI: acontecimientos traumáticos en la infancia; TLP: trastorno límite de la personalidad; ME: maltrato emocional;
CFS: castigo físico severo; AVM: accidente vehículo motor. Sólo se han incluido en la tabla aquellos estudios que obtuvieron diferencias significativas entre grupos.
Alteraciones funcionales
En línea con estos estudios, Bremner et al55,56, utilizando la
tomografía por emisión de positrones en su trabajo, han observado
que las mujeres víctimas de abuso sexual infantil con diagnóstico
de trastorno por estrés postraumático presentan una respuesta
neuronal generalizada, con una mayor activación del cerebelo, el
polo temporal, el giro frontal inferior izquierdo y el tálamo, ante
la presentación de una breve historia relacionada con el recuerdo
del abuso sexual, independientemente de su estado psiquiátrico54,
así como descensos en el flujo sanguíneo en extensas áreas, que
incluyen la corteza orbitofrontal, la corteza cingulada anterior y

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la corteza prefrontal medial (áreas de Brodmann 25, 32 y 9), el
hipocampo izquierdo y el giro fusiforme/giro inferotemporal, con
una activación aumentada en la corteza cingulada posterior, la cor-
teza inferotemporal izquierda, el giro frontal medial izquierdo y
en las cortezas motoras y de asociación visual, ante la memoriza-
ción de palabras con connotaciones emocionales frente a palabras
neutras56. Estudios más recientes, como el de Lanius et al57, han
comparado la actividad cerebral en una muestra de mujeres que
habían padecido alguna forma de abuso o agresión sexual en dife-
rentes épocas de su vida y en una muestra de controles, en diversas
tareas. Los resultados indicaron una conectividad reducida entre
diferentes estructuras límbicas, como el giro dentado, y una hipe-
ractivación de la amígdala. Así, el abuso sexual infantil no sólo
afecta al desarrollo de diferentes estructuras cerebrales, sino a
cómo estas estructuras se relacionan entre ellas e incluso a su fun-
cionamiento en situaciones de condicionamiento y aprendizaje.
En este sentido, se ha analizado la activación de la amígdala ante
la adquisición de miedo en víctimas de abuso sexual infantil con
diagnóstico de trastorno por estrés postraumático asociado, com-
parándolas con no víctimas sin trastorno, y se ha observado una
mayor activación de la amígdala izquierda ante esta situación y
una menor función del cingulado anterior ante la extinción del
miedo58.
Alteraciones neuropsicológicas
La afectación de procesos básicos como la memoria49 o la aten-
ción y la concentración59 en víctimas de maltrato y abuso sexual
infantil ha sido constatada en varios trabajos, aunque no en todos
los estudios revisados60, lo que apunta a la existencia de deficien-
cias neuropsicológicas en estas víctimas, incluso en muestras sanas
de estudiantes universitarias61.
Se ha observado una mayor respuesta acústica de sobresalto,
reflejo subcortical modulado por los mismos sistemas neurales
implicados en el trastorno por estrés postraumático, en las vícti-
mas con una elevada frecuencia de abuso sexual y maltrato infantil,
al compararlas con víctimas de los mismos malos tratos pero con
una menor frecuencia de violencia. Este efecto se mantenía incluso
al controlar por el sexo, la edad y los síntomas postraumáticos y
depresivos62.
Discusión y conclusiones
Como constatan los diversos trabajos publicados al respecto,
la vivencia de una experiencia fuertemente estresante, como es
el abuso sexual en la infancia, en un período de alta plasticidad
neuronal, provoca disregulaciones en el desarrollo neurofisioló-
gico cerebral y un fracaso en la capacidad de retorno del individuo
a la normalidad fisiológica o alostasis, lo cual a su vez parece
conllevar problemas de relación, disregulación del estado de
ánimo y de la conducta, así como múltiples problemas sociales y
emocionales63,64.
Se ha observado que, dentro de la experiencia de maltrato
infantil, el abuso sexual puede comportar disfunciones y lesiones
duraderas en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, y esto puede
implicar dificultades en la víctima para autorregular sus estados
afectivos y controlar su propia conducta64. Los estudios confir-
man la existencia de una relación entre la experiencia de estrés
infantil y la sensibilización de este sistema que, especialmente
con la vivencia de otros estresores en la edad adulta, conduce a
una mayor vulnerabilidad en el desarrollo de síntomas depresivos,
ansiedad y otras anormalidades fisiológicas, tales como irregu-
laridades en la cantidad de cortisol secretado65,66 y un menor
volumen del hipocampo27,38. Sin embargo, la afectación causada
por las experiencias violentas en la infancia no se limita sólo al
hipocampo, sino que destacan los trabajos que han observado
disfunciones en otras estructuras como el núcleo cingulado ante-
rior o el núcleo caudado, y que muestran que la vulnerabilidad
ante el estrés en la infancia se extiende a diversas estructuras
cerebrales52.
Siguiendo a Meaney et al18, el maltrato infantil, y dentro de
éste la experiencia de abuso sexual, comporta para la víctima
una reprogramación o adaptación al medio violento de diver-
sos sistemas cerebrales que, si bien inicialmente pueden ayudarla
a autoprotegerse, a largo plazo se convierten en problemáticas
para su correcto desarrollo e integración. Más en concreto, parece
que la ocurrencia de este tipo de acontecimientos traumáticos
durante ventanas específicas del desarrollo afecta a los patrones
de metilación de algunos genes relacionados con la respuesta al
estrés67. Este fenómeno, conocido como regulación epigenética,
podría ser parte de la explicación de los mecanismos psicobioló-
gicos de resiliencia68 frente a episodios traumáticos. Otros autores
han investigado la capacidad de resiliencia que pueden conferir
algunas variantes genéticas del gen de la monoaminooxidasa A o
del transportador de la serotonina frente al maltrato infantil o a
los acontecimientos vitales estresantes69,70. Una de las claves de
esta resiliencia psicobiológica parece que sería la plasticidad cere-
bral, y de ahí la importancia de los efectos del maltrato durante
el desarrollo68. Así, el estudio de las interacciones de genotipo y
ambiente puede ofrecer una prometedora respuesta para explicar
estas diferencias individuales respecto a la vulnerabilidad frente a
la psicopatología70.
Fortalezas y limitaciones del estudio
El presente estudio supone la primera revisión sobre las con-
secuencias neurobiológicas del abuso sexual infantil en lengua
espa ˜nola publicada hasta el momento, y permite acercar los últimos
avances sobre esta reciente línea de investigación a la población
hispanoparlante. Al tratarse de una revisión sistemática cuenta con
la ventaja de su replicabilidad. Sin embargo, una de las limitacio-
nes de los estudios llevados a cabo en este campo, y por lo tanto
de la revisión que se presenta, es la heterogeneidad de las mues-
tras utilizadas, que suelen incluir diferentes tipos de malos tratos,
más que centrarse en una forma de violencia específica. Si bien
algunos trabajos han constatado que las consecuencias asociadas a
la experiencia de maltrato infantil son inespecíficas y no es posible
diferenciar consecuencias concretas en función del tipo de maltrato
recibido, al menos en el ámbito psicológico71, sería interesante
observar si sucede lo mismo con las consecuencias neurobiológicas
de este tipo de experiencias, tal y como sugieren algunos estudios32.
El presente trabajo, a pesar de ser sistemático, no es un metaaná-
lisis; así, no es posible cuantificar de forma directa los efectos de
diferentes formas de maltrato en los diversos tipos de afectaciones
que hemos revisado. Futuros trabajos en esta línea deberán tenerlo
en cuenta.
Como hemos visto, aunque son escasos los trabajos que hasta
ahora han explorado los efectos neurobiológicos del maltrato
infantil, y dentro de éste del abuso sexual, se están abriendo prome-
tedoras líneas de investigación. Por ejemplo, conocer cuáles son los
efectos de las diferentes formas de maltrato durante el desarrollo
y en la edad adulta nos debería permitir desarrollar tratamientos
ajustados a las necesidades de cada víctima67. Se hace, pues, necesa-
rio considerar el maltrato y el abuso sexual infantil como problemas
de salud que afectan a diferentes áreas de la vida de sus víctimas,
como son la psicológica, la social, la física y, según los últimos traba-
jos revisados, la neurobiológica y la neurofisiológica. Este enfoque
debería favorecer que los profesionales incrementen su forma-
ción sobre este problema y enfocar los programas de intervención
y tratamiento a estas víctimas teniendo en cuenta sus múltiples
efectos.

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N. Pereda, D. Gallardo-Pujol / Gac Sanit. 2011;25(3):233–239
Contribuciones de autoría
N. Pereda concibió el estudio y supervisó todos los aspectos de
su realización. N. Pereda y D. Gallardo obtuvieron los datos y rea-
lizaron los análisis. N. Pereda interpretó los hallazgos y contribuyó
a la redacción del primer borrador del manuscrito. Ambos autores
aportaron ideas, interpretaron los hallazgos, revisaron los borra-
dores del manuscrito y aprobaron la versión final. N. Pereda es la
responsable del artículo.
Financiación
Este trabajo ha sido parcialmente subvencionado por la Funda-
ción Alicia Koplowitz y por el proyecto PSI2009-07726 (Ministerio
de Ciencia e Innovación).
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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