Scarlett Jones piensa que sabe lo que quiere de la vida. No necesita mas que sus sueños y su música alrededor. No esta para dramas ni ataduras. Pero los fantasmas del pasado nunca han dejado de atormentarla haciéndola vivir un infierno personal diar...
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Holi, gracias por llegar aquí y por la paciencia. No olviden porfis votar por la historia y dejarme comentarios en los párrafos, en serio los aprecio mucho y los leo todos porque LOS AMO. Me animan mucho de esa forma. Espero disfruten el capitulo...
Scarlett:
El cuarto estaba casi en las sombras, pero eso era lo de menos, se veía literalmente como un camerino de músicos. Los instrumentos de todos estaban ahí junto con algunos muebles y un gran espejo de pared encima de un bufe lleno de cables y cosas electrónicas.
Me removí las manos frente a mí de forma nerviosa, ¿porque estaba tan preocupada? No era como si prácticamente le hubiese confesado mis sentimientos a Alex directamente...
Bueno, tal vez en parte sí.
Cuando le dije esas tres palabras se había volteado, me había observado un momento a los ojos y luego los había cerrado suspirando. Estuvimos ahí lo que me pareció una eternidad mientras el veía al techo, sabía que estaba debatiéndose muchas cosas, y tenía todo el derecho del mundo.
Yo no había estado del todo en lo correcto con lo que le había hecho, y ya ni siquiera me dolía el orgullo admitir que estaba total e irrevocablemente equivocada.
Alex me hacía bien, y durante todo ese tiempo lo único que había hecho era alejarlo de las peores formas. Igual estaba intentando de alguna manera no ser tan dura conmigo misma, tenía demasiados miedos y traumas acumulados de años de manipulación psicológica y además, a eso se le sumaba que el me importaba tanto, que tenía miedo de que le hicieran daño.
Mi cerebro había actuado en modo de defensa intentando salvaguardar mi poco equilibrio emocional y ni siquiera mi raciocinio había podido ir en contra de él pero aun así...
Alex me hacía bien, Alex me hacía feliz, Alex era luz.
Por último el había sacudido la cabeza parpadeando y encontrándose nuevamente con mi mirada me había hecho un gesto sutil para que lo siguiera sin pronunciar ni una sola palabra.
Y así habíamos terminado en el camerino de ellos detrás del escenario.
Ni siquiera me debatí antes de seguirlo, podían irse al diablo mis malditas barreras protectoras, no iba a permitir que me vuelvan a autosabotear.
Maldición, yo lo quería.
— Alex...
— Si me dieran cien dólares por cada vez que has dicho mi nombre en menos de media hora, tendría una nueva guitarra acústica— frunció las cejas.
