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De Imelsa a Divalterra: las promesas de limpiar la corrupción en la Diputación de València acaban en el calabozo

Agentes de la Udef acompañan al presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez

Laura Martínez

Cambió el nombre, cambió el partido, pero no cambiaron las costumbres. Divalterra, la antigua Imelsa, parece una empresa pública maldita. El yonqui del dinero, altos cargos contando billetes en un coche, trabajadores zombies, multitud de registros policiales, gin-tonics que intentan colarse como gasto... Un foco de clientelismo que puso en peligro su propia existencia. Para limpiar la imagen de Imelsa, aun cuando se barajaba dejar sin vida la entidad, se formó un equipo de afines al presidente de la Diputación de Valencia. La noche de este miércoles duermen todos en el calabozo.

El Juzgado de Instrucción número 9 de Valencia ha coordinado este miércoles una operación contra la corrupción que se ha saldado con la detención de Jorge Rodríguez, dos asesores y tres altos cargos de la empresa dedicada al desarrollo socieconómico de los municipios de la provincia. La investigación parte de la Fiscalía Anticorrupción a la que luego se sumaron denuncias del PP y Ciudadanos por las contrataciones de altos cargos afines al PSPV y Compromís. Desde 2016 existían informes que alertaban de irregularidades en la contratación.

Aunque oficialmente los delitos de los que se les acusa son malversación y prevaricación, desde el Ejecutivo autonómico y altas esferas de los socialistas valencianos se considera que el despliegue es demasiado exagerado para investigar una decena de contratos. “Pinta feo”, se repite en distintos pasillos.

Cierto es que en las corporaciones provinciales han caído otros peces, pero el alcalde de Ontinyent es el primer presidente en activo en ser detenido. Número dos del PSPV a nivel orgánico, un hombre que arrastró mayorías en las elecciones municipales, a las 10 de la mañana permanecía retenido en su domicilio mientras se practicaban los registros. A su vez, se inspeccionaba el ayuntamiento de Ontinyent, del que es alcalde. Con ánimo de limpiar la empresa pública de los escándalos del PP, le cambió el nombre, la imagen corporativa y planteó que la Diputación se personara en la causa de Imelsa como acusación particular de la propia empresa pública. Rodríguez es la cabeza visible de esta operación, en la que le acompañan cinco personas de su máxima confianza en la Corporación Provincial. Estos son los hombres (y una mujer) del presidente:

Ricard Gallego. Jefe de gabinete de Rodríguez, hombre de su máxima confianza, rescatado del ayuntamiento de Ontinyent, donde era también su mano derecha. Gallego, periodista durante 16 años de Levante-EMV en la comarca de La Costera. Gracias a un máster de Comunicación Política evolucionó de periodista a asesor político y se pasó al otro lado. Con su ayuda, casi convertido en su sombra, Rodríguez crecería en el seno del partido y duplicaría sus resultados en el ayuntamiento.

Manuel Reguart. Con el segundo hombre del presidente, parte fundamental del núcleo duro, había un vínculo casi poético. Reguart es ingeniero, de sangre socialista -hijo de alcalde de Ontinyent- y participó en el programa electoral de Rodríguez. Trabajaba en Mango como responsable de Edificación, desde donde abrió decenas de tiendas de la firma catalana. Sonaba fuerte su nombre para ser el jefe de Gabinete del presidente, pero finalmente este se decantó por su acompañante desde el ayuntamiento. No obstante, guardó para Reguart una plaza de asesor en la Diputación.

Jorge Cuerda, secretario-letrado asesor del Consejo de Administración de Divalterra. Realizó un informe favorable a la contratación de ocho altos cargos, tras una decena de informes contrarios. El funcionario tenía, vía decreto, la orden de asesorar al presidente en los asuntos relacionados con las entidades instrumentales dependientes. Es decir, ser el vigilante de las empresas públicas Divalterra, Egevasa y Girsa, además de ayudar al presidente en sus tareas. Ser sus ojos y oídos. Poco a poco, fue subiendo hasta llegar al consejo de Administración.

Xavi Simón, cogerente de Divalterra. Exalcalde de l'Alcudia de Crespins y exsecretario comarcal del PSPV en la Costera, de donde vienen los hombres fuertes de Rodríguez, sustituyó a Víctor Sahuquillo cuando el segundo intentó colar gastos de gin-tonics a cuenta de la empresa. Antes de acceder al puesto, era coordinador de asesores de presidencia de la Diputación. Con él comenzaron algunos movimientos para reafirmar el poder orgánico de Rodríguez en el PSPV durante la pugna por el poder en la provincia de Valencia que finalmente obtuvo Mercedes Caballero, avalada por José Luis Ábalos.

Agustina Brines. Ni es hombre, ni es del presidente. Exalcaldesa de Simat de la Valldigna por Compromís, pasó 16 años en la antigua Canal 9, donde ocupó la mayor parte de su tiempo en la secretaría de programas. Fruto del mestizaje -y las desconfianzas- de PSPV y Compromís, fue nombrada cogerente de Divalterra en 2015 junto a Sahuquillo, al poco sustituido por Simón. Ambos recibieron el encargo de lavarle la cara a la empresa tras el escándalo del PP valenciano y ella trabajaba en un proyecto para crear cultura de empresa.

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