términos monetarios como el PIB o un PIB «verde», o por
una razón opuesta: porque piensan que más vale un solo
número socialmente impactante que resuma la presión física
sobre el medio ambiente al estilo de la Huella Ecológica.
• Ha habido intentos bienintencionados de conseguir un
PIB «verde», en lo que llamamos el marco teórico de la
«sustentabilidad débil». Esos intentos fueron útiles para
las discusiones de los años 1980, pero han sido descar-
tados porque requieren supuestos que no todos aceptan
y que son arbitrarios. Roefie Hueting propuso deducir
del PIB los gastos de ajuste de la economía a los límites
ambientales fijados por un (difícil) consenso científico y
social (por ejemplo, reducir las emisiones de dióxido de
carbono el 50%). Otras propuestas son el PIB «verde»
de Daly y Cobb que se llama ISEW (Índice de Bienes-
tar Económico Sostenible) y el GPI (Índice de Progreso
Genuino), muy parecido en su procedimiento de cálculo
al ISEW.
• Del lado físico está la Huella Ecológica (que yo enseñe
a calcular a recién licenciados de Ciencias Ambientales
de la UAB en 1998, lo cual convirtieron en inofensiva
profesión municipal durante unos años en Cataluña). La
Huella Ecológica suma en hectáreas por persona, a) la
superficie para los alimentos, b) la superficie para madera,
de construcción o pasta de papel, c) el espacio edificado,
o para calles, parkings, y d) la superficie virtualmente
necesaria para absorber el dióxido de carbono producido
por la quema de combustibles fósiles. El autor de la idea
y de los primeros cálculos fue el ecólogo de Vancouver
William Rees (1992) a partir de la idea del ghost acreage
de G. Borgstrom, es decir la «superficie fantasma» fuera
de Europa que se usaba para alimentar animales en Euro-
pa con harina de pescado importada del Perú en los años
1960 y 1970. También influyeron las ideas de espacio
ambiental de Hans Opschoor. La Huella Ecológica ha
sido después popularizada por Mathis Wackernagel,
quien hizo su doctorado con William Rees. La Huella
Ecológica correlaciona estrechamente con las emisiones
de dióxido de carbono per capita, no da una información
muy distinta.
• Además, el juicio sobre si la Huella Ecológica de los hu-
manos es excesiva requiere una previa decisión humana
colectiva sobre cuál debería ser la HANPP. Si reservamos
la mitad de la NPP para las especies silvestres, entonces
una huella ecológica humana no muy grande ya será
excesiva. Si pensamos que los humanos tienen derecho
(¿por qué?) al 90 por ciento de la NPP, entonces la
Huella Ecológica puede viablemente ser mayor.
En las facultades de Economía se enseña a los estu-
diantes que la economía es como un carrusel o tío-vivo
(un merry-go-round - decía Georgescu-Roegen) entre los
consumidores y los productores. Ambos se encuentran en
los mercados de bienes de consumo y en los mercados de
servicios de los «factores de la producción» (por ejemplo,
vendiendo horas de trabajo a cambio de un salario). Se
forman precios y se intercambian cantidades. Esto es la Cre-
matística. Las cuentas macro-económicas (el PIB) agregan
esas cantidades multiplicadas por sus precios.
La economía puede ser descrita de manera diferente,
con lenguaje físico, como un sistema de transformación
de energía (sobre todo, de recursos agotables) y de mate-
riales (incluida el agua) en productos y servicios útiles, y
finalmente en residuos. Esto es la Bioeconomía (como la
quiso llamar Georgescu) o la Economía Ecológica como la
llamamos ahora. Hitos son los artículos o libros de N. Geor-
gescu Roegen (1966 y 1971) de Herman Daly (1968) de A.
Kneese y R.U. Ayres (1969) y de Kenneth Boulding (1966).
Todo esto nos hace entender que hay descripciones no-equi-
valentes de una misma realidad económica, una expresión
que inevitablemente me recuerda las enseñanzas de Mario
Giampietro, quien estudió durante años con David Pimen-
tel en la Cornell University sobre energía y agricultura, y
estuvo presente en Barcelona en 1987 en la fundación de
la Sociedad Internacional de Economía Ecológica, siendo
ahora investigador en el ICTA de la UAB de métodos de
estudio del metabolismo de la sociedad.
La visión ecológica de la economía tiene antecedentes,
y resulta interesante preguntarse porqué demoró tanto la
llegada de la economía ecológica al panorama de las cien-
cias. Tal vez la tajante distinción entre ciencias naturales