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Románico y majadas. Sostenibilidad y paradojas

2014, “XX Congreso Nacional y XI Iberoamericano de Historia de la Veterinaria. Libro de Actas”

Abstract

La relación entre iglesias románicas y animales, más allá de las manidas cuestiones iconográficas, abarca muchos ámbitos, que a su vez anudan cabos de otros tantos debates por tener. Lejos de la percepción actual, el interior de las iglesias fue un espacio con usos mucho más variados y permeables de los que ahora tienen, del que no se excluyó tajantemente a los animales, como lo prueba la gran cantidad de prohibiciones que se dictaron contra el ocasional uso de los templos como lugares para guardar el ganado. Por otro lado, esta reutilización de templos en desuso como majadas ha permitido que muchos de ellos se hayan conservado. Es paradójico que en nuestros días este vínculo se destruya en aras de un mal entendido purismo y se cercene una relación histórica entre Románico y majadas que descontextualiza a ambos. Así pasó con el reciente derribo premeditado de una majada en uso en el pueblo de Caracena (Soria), acto inútil que atenta contra un patrimonio que se dice proteger. La aplicación de criterios como el de sostenibilidad puede ayudar a enfocar esta curiosa relación.

ROMÁNICO Y MAJADAS. SOSTENIBILIDAD Y PARADOJAS Josemi Lorenzo Arribas. Asociación Sostenibilidad y Patrimonio Cultural. josemi20@hotmail.com Resumen La relación entre iglesias románicas y animales, más allá de las manidas cuestiones iconográficas, abarca muchos ámbitos, que a su vez anudan cabos de otros tantos debates por tener. Lejos de la percepción actual, el interior de las iglesias fue un espacio con usos mucho más variados y permeables de los que ahora tienen, del que no se excluyó tajantemente a los animales, como lo prueba la gran cantidad de prohibiciones que se dictaron contra el ocasional uso de los templos como lugares para guardar el ganado. Por otro lado, esta reutilización de templos en desuso como majadas ha permitido que muchos de ellos se hayan conservado. Es paradójico que en nuestros días este vínculo se destruya en aras de un mal entendido purismo y se cercene una relación histórica entre Románico y majadas que descontextualiza a ambos. Así pasó con el reciente derribo premeditado de una majada en uso en el pueblo de Caracena (Soria), acto inútil que atenta contra un patrimonio que se dice proteger. La aplicación de criterios como el de sostenibilidad puede ayudar a enfocar esta curiosa relación. Son muchas las conexiones que se pueden establecer entre animales y el Románico. En estas páginas se va a prescindir del vínculo iconográfico, tema extenso que puede abarcar desde las solemnes representaciones simbólicas del Tetramorfos, esos cuatro apóstoles representados por su icono animal (toro, león, águila y ser humano), a los humildes grafitos medievales (caballos, pájaros, ciervos...)1, pasando por todo aquello que la decoración escultórica presenta. Se prescindirá también del uso que las fábricas eclesiásticas han tenido vinculadas al aprovechamiento animal (colmenas, palomares…), tampoco se tratará de otros vínculos animalísticos en los que la tradición popular ha incidido, como las cigüeñas, lechuzas, o de la influencia del bestiario románico en objetos populares realizados muchos siglos después2 etc. Dejaremos otro tipo de fauna para centrarnos en la relación que con los templos ha tenido la domesticada, aquellos animales a quienes fundamentalmente atiende la ciencia veterinaria, básicamente los ganados que han dado de comer a generaciones de familias, desde antes de que el Románico naciera hasta hoy. Se analizará, por el contrario, la conversión de un edificio de un uso religioso a otro agropecuario, o lo que es lo mismo, la conversión de iglesias en majadas, Soria. 17/19 de octubre de 2014 345 o tainas, como se han denominado a estos establecimientos para guardar ganado en la provincia de Soria. ¿Tenía interés histórico o artístico esta majada? El corral parece que ya existía en 1915, pues algunas de sus piedras pueden ser las que se aprecian en una fotografía que Juan Cabré realizó en el contexto del trabajo de campo que hizo para redactar el inédito Catálogo monumental de la provincia de Soria6. Había que dejar la iglesia como un pastel: exenta del todo, rodeable, y por lo que se ve, la majada molestaba a tal fin. Si había otros motivos que impulsaran esta decisión, ni los hemos podido encontrar, ni en la nota de prensa se ofrecieron. La taina, que a buen seguro superaba los cien años de existencia, fue inútilmente sacrificada para “mantener el entorno de la iglesia adecentado al tratarse de un punto de interés turístico”. Volveremos al turismo en el último epígrafe. Iglesia de San Pedro de Caracena con la majada que le acompañó durante, al menos, el siglo XX (octubre de 2011)3. La majada que se decidió derribar de Caracena 346 Caracena (Soria), diciembre de 2011. En un pueblo con más bienes inmuebles medievales conservados que población, la Diputación Provincial se jacta de invertir dinero en el derribo de una construcción que estaba en uso: un corral o majada4, con la anuencia del Ayuntamiento, promotor de la idea. La justificación: su excesiva cercanía a la iglesia de origen románico de San Pedro Apóstol, poseedora de una icónica galería porticada, un elemento arquitectónico identitario para las historias del Arte que, añado, no lo es más que las tainas que por doquier salpican los campos y parameras sorianas, por ejemplo, la derribada. Simultáneamente, por cierto, los técnicos de la Oficina Técnica del Proyecto Cultural Soria Románica (Junta de Castilla y León) estaban interviniendo allí en las dos iglesias románicas5. Obviamente, no se les consultó. Iglesia de San Pedro de Caracena, destruida la majada (enero de 2012). Ovejas y corderos en la taina o majada de Caracena, con la iglesia de San Pedro al fondo. Ganados dentro de los templos, una cuestión inveterada Desde que hay documentación parroquial, es decir, en la actual provincia de Soria desde principios del siglo XVI, se puede constatar la presencia de ganado en los templos que no tenían uso diario, ermitas principalmente. Ciertamente, antaño se convivía de otra manera en el espacio religioso, aunque no fue del agrado de los responsables eclesiásticos. La gran cantidad de prohibiciones que se dictaron contra esta práctica, que siempre vienen de por parte de los visitadores, parece intuir una resistencia de la feligresía, sin excluir la connivencia de los propios párrocos y mayordomos con ciertas actitudes, a fin de cuentas, vecinos y con similares intereses que los del resto. Siendo las iglesias los edificios mejor construidos, y habiendo sido erigidas por el vecindario, que las man- XX Congreso Nacional y XI Iberoamericano de Historia de la Veterinaria tenía y consideraba propias, quizá no sea de extrañar que, entre los múltiples usos que se le dieran, entrara la de la protección del ganado cuando las cosas pintaban mal en el medio del campo. La mayor parte de esta documentación se conserva en el Archivo Diocesano de Osma-Soria (ADO-S) en El Burgo de Osma. Así, en la ermita de Lagunas (Villálvaro)7, situada a escasos dos kilómetros al oeste del pueblo, en 1523, se redacta un asiento que sirve de marco y resumen a lo que se quiere aquí contar. El visitador ordena “que ninguno de aquí en adelante descerraje ni abra la iglesia de Lagunas ni meta ganado en ella y el que lo contrario hiciere, de aquí en adelante le doy por condenado y so la dicha pena mandó a todos los que supieren que ha metido ganado o descerrajado la dicha iglesia los vengan a manifestar al ¿teniente? de cura de Zayas de Báscones, que él, so la dicha pena, lo escriba y lo vaya a denunciar al Burgo a los fiscales y al señor provisor para que les pidan la pena en que ha incurrido”8. El documento sirve para certificar que por aquel entonces el templo ya no era parroquia (por esa altura se lo denomina ya “ermita”) del antaño pueblo de Lagunas, y que se había convertido en testigo de un despoblado. No es un caso aislado. En Calatañazor, un siglo después, era un problema común a muchas de las antiguas parroquias extramuros medievales que estaban en desuso, pues se exige que: “…se les notifique a los alcaldes y regidores de esta dicha villa que hagan retejar las ermitas de San Roque, San Lázaro y San Nicolás, y en especial la de San Lázaro, que, por no aderezarse, se echa a perder la techumbre de la capilla mayor, y lo mismo la de San Roque, y que tengan cuidado de que estén encerradas las dichas ermitas por entrar como entran cabalgaduras y otros ganados en ocasiones”9. go cuide de esto porque, no se haciendo y siendo albergue de ganado, la mandara su ilustrísima derribar, y se dio su autoridad para que pueda penar a los que la abrieren y quitaren los candados, y le dio comisión para que pueda publicar nadie sea osado hacerlo”11. En el siglo XVIII continuarán los mismos problemas, en sitios urbanos, y así en la parroquia de la Virgen del Rivero en San Esteban de Gormaz una orden de 1702 dispone: “Que componga la puerta de la iglesia y ponga en la principal del cementerio una reja más fuerte y en atención a estar retirada dicha iglesia, ponga puertas en los dos postigos de dicho cementerio, para que no entren ganados en él”12. Cuánto más no ocurriría en sitios apartados, como en la ermita de Ntra. Sra. de Tiermes, lo que justificaba la labor de los santeros a la hora de velar por su dignidad y “mantener y estar de continuo a la vista y cuidado de la ermita e imagen”, por lo que el visitador estableció: “que por su justo precio se le dejen o arrienden algunas de las heredades, y señaladamente las que estuviesen más inmediatas a la ermita, para poderlas administrar sin faltar a su obligación y obviar otros inconvenientes que se le originan con los ganados domésticos”13. En Villálvaro, donde comenzábamos esta pequeña gavilla de citas, los ganados se han recogido también durante el siglo XX, según hemos documentado por información oral de los vecinos y como lo atestiguan grafitos de pastores en sus muros, antes de la ruina total del templo en los años ochenta, hoy rehabilitado en 2011 por el Proyecto Cultural Soria Románica. Simultáneamente, en Miño de San Esteban, la preocupación era porque “el cementerio de la iglesia está la mitad de él cercado de piedra labrada y la otra mitad abierto y con el indensivo (sic) porque el ganado se entra en él”10, y en Cuéllar de la Sierra, se ordena visitar la ermita de San Julián: “y si los retablos no estuvieren con la decencia que es razón, los mande quitar y enterrar y vean el reparo que la ermita ha menester, y se eche llave de suerte que esté de ordinario cerrada, si no es para las procesiones que allí se hacen, a quien le encar- Fotograma de Landsbykirken de Carl Th. Dreyer (1947). Repárase en el perro que convive con las personas durante el desarrollo de la liturgia de la misa Soria. 17/19 de octubre de 2014 347 No obstante, hay que reseñar que la presencia de mascotas no ha sido inusual en el interior de los templos14. Una película documental dirigida por Carl Theodor Dreyer en 1947, titulada Landsbykirken, que trata de las iglesias rurales danesas, muestra a la feligresía sentada en el suelo asistiendo al culto y con un enorme perro presente, en perfecta convivencia mientras el sacerdote oficia la liturgia15. Interior de la iglesia de Buurkerk, en Utrecht, óleo sobre lienzo de Pieter Jansz Saenredam (1644). 348 Otras fuentes, como la pintura, documentan también usos de los interiores edilicios que hoy sorprenden. Así, un lienzo que muestra el interior de la iglesia de Buurkerk, en Utrecht (1644) del meticuloso y realista pintor holandés Pieter Jansz Saenredam16, capturó a otro can transitando tranquilamente por las naves del espacioso templo. Posiblemente medieval, pudimos documentar un grafito inciso sobre el revoco conservado detrás del retablo mayor de la iglesia del Rivero en San Esteban de Gormaz que representaba una hermosa cabeza de vaca que arranca de un círculo con una flor hexapétala inscrita en él. Grafito inciso sobre el revoco medieval del interior del ábside románico de la iglesia del Rivero en San Esteban de Gormaz. Iglesias salvadas por el reúso como majadas No hay quien mejor conozca el campo que un pastor. Por el interés que le va en ello, y por propia supervivencia, sabrá localizar cada mínimo hontanar y cada abrigo que pueda, en un momento dado, ponerle a salvo a él y a su ganado de las adversidades climáticas. En normal que, en caso de necesidad, o a veces por mera comodidad, reutilice espacios no pensados inicialmente para uso ganadero e introduzca en ellos a los animales. Desde el punto de vista de la conservación del patrimonio construido es más útil un ganadero que un agricultor. A este, si le molesta un árbol (el atávico recelo de los campesinos hacia todo aquello que le impida el paso cómodo de la yunta y el arado), ¡cuánto más una ruina! Por el contrario, el primero tenderá, por economía, a reaprovechar las estructuras existentes. Los testimonios de estas gentes, conocedores de un pasado reciente, pero paradójicamente muy lejano, todavía son susceptible de recogerse y archivarse como una fuente de conocimiento fundamental17. Por ello, no es un apartado menor la reflexión sobre iglesias reconvertidas en majadas, sobre todo ermitas, reciclaje funcional que ha provocado su conservación. Baste citar cuatro ejemplos: la ermita de San Baudelio de Casillas de Berlanga, las ruinas del monasterio de San Pedro el Viejo en San Pedro Manrique, de la iglesia de Alconeza en tierras de Berlanga, de la inédita iglesia de Tartajo y, a escasos metros de aquí, la maltrecha iglesia de San Agustín el Viejo. La ermita de Casillas, afirmaba Gómez Moreno en 1919: “estuvo abandonada y sin puerta durante años, según dicen”18. En ruina, dentro de una finca privada de aprovechamiento ganadero y cabe una amenazante cantera, subsiste hoy lo que queda del monasterio e iglesia de San Pedro el Viejo, en San Pedro Manrique. Al amparo de los dos ábsides conservados de la segunda reposa el ganado, o al menos esa impresión nos dio cuando visitamos el lugar para su diagnóstico en 200719. Queremos pensar que el ganado vacuno vivo encontrará tranquilo abrigo bajo otro cuadrúpedo, un caballo (montado por jinete), que pronto desaparecerá, advertido en los restos de las pinturas murales del ábside en trazos rojos. Algo parecido debió ocurrir con la ruina de la ermita románica de Alconeza (Berlanga)20 que dio a conocer el equipo del Proyecto Cultural Soria Románica, situada a apenas quinientos metros de la Cañada Real de Merinas, y que preside un monte de aprovechamiento, hoy cerealístico. Cuando XX Congreso Nacional y XI Iberoamericano de Historia de la Veterinaria pintaran bastos, la cabecera y restos de los muros en pie, todos de magníficas tongadas de encofrado, servirían de protección. Un testimonio inédito es una majada que continúa en uso instalada en el interior de la antigua iglesia románica de Tartajo (Torretartajo), cuya caja de muros permanece, desconocida, entera y en buen estado21. A escasos metros de donde este congreso se celebra, la maltrecha iglesia de San Agustín el Viejo, defendida por cristales rotos hincados en el cemento que corona sus mochados muros, continúa inaccesible a investigadores y, a falta de saber qué otros animales acoge, los ladridos de los perros allí encerrados y la escasa disposición del propietario nos priva del conocimiento del interior de esta vetusta construcción enclavada en lo que en su día sería epicentro de la Soria medieval, y hoy es preciosa ladera asilvestrada, intramuros, que cae al Duero. No obstante, lo que se debe reconocer es que del mismo modo que la mutilación y readaptación de muchas tallas medievales ha propiciado que llegaran a nuestros días y no fueran destruidas22, muchos edificios, gracias al sacrificio de una parte, se han mantenido en pie. Ese uso ha de ser real, ha de ofrecer utilidad a alguien, para que sea sostenible el mantenimiento a que obliga, y por ello, en el caso de otrora ermitas ha sido el agropecuario el que más eficaz se ha mostrado de cara a la conservación. Reaprovecharlas como majada implica mantener la cubierta, o el tejado al menos, parte fundamental a la hora de evitar el colapso del patrimonio construido, y lo fundamental de su estructura en pie. El dislate de amajadar los interiores religiosos y una reflexión sobre sostenibilidad y patrimonio cultural Se cierra el círculo de manera rocambolesca con esta última reflexión. La moda de despellejar los templos, al interior y al exterior, pero principalmente en el primer caso. Constando esfuerzos, gastos, y mantenimiento hasta bien entrado el siglo XX empleados en encalar, allanar, revocar, blanquear… se comenzó con la funesta práctica de, en aras de “restaurar”, terminar con esos revestimientos. En una provincia como Soria, donde predominan las técnicas constructivas de mampostería encofrada, o encofrado de hormigón de cal directamente, supone dejar el interior de los templos prácticamente como majadas, con la fábrica des- nuda, como jamás la hubieran imaginado las gentes que las habitaron. Por una cuestión constructiva, de puro mantenimiento, y por una cuestión de decoro y dignidad, que enlaza con la estética. No deja de ser curiosa la paradoja. En una época como la actual, en que nos llevamos las manos a la cabeza cuando se recuerda el uso como majada que hasta no hace tanto tuvieron ciertos “monumentos”, o el que siguen teniendo otros, nos hemos dedicado a “amajadar” el interior de otros tantos. Los enlucidos que conservaran ermitas en desuso se vieron afectados en la parte rozada por el ganado, pero ahí permanecieron. Han sido campañas premeditadas de repique sistemático, dirigidas por técnicos primero, o más espontáneas después, bienintencionadas siempre, las que los han destruido, pensando que así conservaban mejor el patrimonio construido. La “estética de barbacoa” se ha impuesto desde hace un siglo aproximadamente, apostando por la piedra vista. Pero mientras estos dislates, justificables hace unas décadas, pero no hoy, continúan, mientras se amajadan iglesias, se derriban las majadas de sus cercanías23. Se decide que no es pertinente, o es directamente molesta, la armónica convivencia entre construcciones agropecuarias tradicionales y religiosas. La sostenibilidad aplicada al patrimonio cultural pasa por el mantenimiento de la población local a la que sirve, lo que se troca en dramático problema allí donde la despoblación marca a dentelladas el flujo migratorio hacia las ciudades. Dificultar aún más la vida a quienes no se han marchado (todavía) no parece que sea la mejor estrategia para contar con ayuda en este gran problema que una provincia como Soria tiene planteado. Ofrecer “monumentos” como esculturas urbanas tampoco parece que sea el mejor favor que se le puede hacer al patrimonio cultural, porque descontextualiza a los primeros y los saca del entorno natural e histórico. Invertir dinero pensando en el presunto bien del monumento contra la población local y la idiosincrasia de su entorno cuando no produce afección directa en el bien… no es progresar. La sostenibilidad necesariamente ha de ir por otro lado, optimizando los siempre escasos recursos económicos, públicos la mayor parte de las veces. Una majada, por ejemplo, con un siglo o más de existencia, en uso, y que no produce perjuicio directo sobre otro bien patrimonial, ha demostrado sobradamente que es sostenible. No así la decisión de quien decide que ese patrimonio (etnográfico) entra en conflicto con el otro (histórico-artístico), una oposición artificial que hace pugnar a ambos como si fueran incompatibles. En el altar del turismo rural o cultural se sacrifica hasta la ruralidad viva. Soria. 17/19 de octubre de 2014 349 Volvamos a la documentación de archivo. A principios del s. XVII, en Caracena, el obispo, por mano de su visitador, ordenó que “el ayuntamiento y concejo de esta villa reparen la ermita de Ntra. Sra. de Casago (…) y, no lo haciendo dentro de dicho término pasado, el cura traiga la imagen de Ntra. Sra. a la iglesia de San Pedro, de donde es anexa, y desteje el tejado y aproveche la madera y se tapie la puerta para que no pueda entrar ningún ganado”24. El ganado en las tainas, y los feligreses en sus iglesias, por aquello de no mezclar. Justo como ocurría hasta diciembre de 2011 en la parte alta de Caracena. ¿Le molestará al turista rural que huela a oveja en pueblos ganaderos? ¿Molesta ver los corderos en su sitio cuando se sale al campo, porque solo deben estar en el plato del restaurante, eso sí, con chimenea con falso aplacado de piedra, para que la comida sea más “auténtica”? ¿Es un impedimento una construcción adosada o cercana para fotografiar frontalmente un bien cultural que posiblemente nunca haya ofrecido esa perspectiva? ¿Es más atractivo un pueblo sin los elementos identitarios que lo han hecho ser así? En la parte alta de Caracena, la más despoblada, se derribó una majada que llevaba, al menos, un siglo acompañando a la iglesia de San Pedro. No parece que con ello hayamos ganado ni los animales ni las personas. Y, si de iglesias hablamos, no debemos olvidar que el origen de todo el imaginario cristiano comenzó además en una majada (praesepe, pesebre), reutilizada como improvisado paritorio, y ante la presencia de animales, que dieron calor y “humanidad” a la escena… y al recién nacido. 350 Escena del Nacimiento, en la románica portada occidental de la iglesia de Santo Domingo de Soria (tercera arquivolta, cuarta arquivolta desde el norte). XX Congreso Nacional y XI Iberoamericano de Historia de la Veterinaria Notas 1 Esteras Martínez, José Ángel; Gonzalo Cabrerizo, César; Lorenzo Arribas, Josemi; Santa-Olalla Carcedo, Inés; Yusta Bonilla, José Francisco (2012): “La piel que habla. Grafitos de los siglos XI-XIII sobre el revoco románico de la iglesia de San Miguel de San Esteban de Gormaz (Soria)”, en La memoria en la piedra. Estudios sobre grafitos históricos. Pablo Ozcáriz (ed.), Pamplona, Servicio de Publicaciones del Gobierno de Navarra, pp. 88-107. 2 Gonzalo, César y Lorenzo, Josemi (2011): “Un bestiario y una Virgen de Nieva en una colodra del oriente castellano, con un apunte etimológico”, en Estudios de Patrimonio Cultural (junio), nº 6, pp. 54-79. 3 Todas las fotografías son del autor. 4 La noticia en internet la recogió el portal Soria y Más Noticias, que transcribió la nota de prensa de la Diputación. Aludimos a este atentado en: Lorenzo Arribas, Josemi (2012): “El pastelito”. Rinconete. Centro Virtual Cervantes. Instituto Cervantes. 5 El Proyecto Cultural Soria Románica fue un plan de conservación, difusión y divulgación del Románico de la provincia de Soria. La Oficina Técnica que se formó al efecto, dirigida por el arquitecto José Francisco Yusta Bonilla, trabajó entre 2007 y 2012. La Junta de Castilla y León promovió y financió este Proyecto, gestionado por la Fundación Duques de Soria con la colaboración del Obispado de Osma-Soria. Fruto de este trabajo, además de las propias intervenciones y de investigaciones de las que en este artículo se referencian algunas, están en prensa dos artículos vinculados con esta iglesia: Diestro Ortega, Francisca y Lorenzo Arribas, Josemi (2014): “Un lienzo inédito de San Pedro de Antonio Palomino en Caracena (Soria)”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, nº LXXX; Rico Camps, Daniel y Lorenzo Arribas, Josemi: “Reliquias del Arca de la Alianza en la iglesia de San Salvador de Caracena (Soria), según una inscripción inédita del siglo XIII”. 6 Archivo Cabré 2585. Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). Ministerio de Cultura. Sobre la importancia de los archivos fotográficos para materia etnográfica en la provincia de Soria: Lorenzo Arribas, Josemi (2012): “Fotografía etnográfica en la provincia de Soria. Historia y testimonios conservados en los archivos públicos sorianos”, en El tiempo y los ritos. Sueños de plata. Fotografía y antropología en Castilla y León. Zamora, Museo Etnográfico de Castilla y León, pp. 171-207. 7 Yusta Bonilla, José Francisco; Santa-Olalla Carcedo, Inés y Lorenzo Arribas, Josemi (2013): “Después de intervenir ¿qué? Propuestas para tres ermitas sorianas: Virgen de Lagunas (Villálvaro), Ntra. Sra. de la Dehesa (Velamazán) y Virgen del Val (Pedro)”, en “La experiencia del reúso. Propuestas Internacionales para la Documentación, Conservación y Reutilización del Patrimonio Arquitectónico”, vol. 1, pp. 503-510. 8 1523, febrero, 27 (ADO-S, Libro 548/7, f. 29r). 9 1630, diciembre, 16 (ADO-S, Libro 96/38, f. 162r). 10 1628, noviembre, 20 (ADO-S, 295/215 s.f.-r). 11 1632, junio, 27 (ADO-S, Libro 152/8, s.f.). 12 1702, febrero, 23 (ADO-S, Libro 402/30, s.f.). Todavía más grave fue la situación en Alcozar, donde el obispo de Osma ordenó al cura vigilar por la antigua parroquia, convertida en ermita y readvocada (Virgen del Vallejo), porque “todo está con muy poco aseo y limpieza (…) esté al cuidado de que sus puertas estén continuamente cerradas, a fin de evitar los insultos a que están expuestos los cadáveres con la excavación que de estar abiertas pudieran hacer los animales” (1829, mayo, 11 (ADO-S, Libro 16/17, f. 245r). 13 1778, noviembre, 6, Manzanares (ADO-S, Libro 279/9, p. 69). 14 González, Miguel Sobrino (2010): “Marginalia catedralicia”, en Semata: Ciencias sociais e humanidades, nº 22, p. 547. 15 De 13 minutos de duración, y producida por Preben Frank Film for Dansk Kulturfilm, está disponible en versión original en un portal dedicado a este cineasta http://www.carlthdreyer.dk/ y, subtitulada en inglés, en Youtube (consultados en 26 de junio de 2014). La escena a que se hace referencia transcurre entre 3’18’’ y 3’30’’. 16 “Interior of the Buurkerk, Utrecht”. Conservado en la Sala 27 de la National Gallery de Londres. Se puede contemplar en línea (consultado el 26 de junio de 2014). 17 Lorenzo Arribas, Josemi (2012): “La tradición oral como fuente insustituible para la restauración Soria. 17/19 de octubre de 2014 351 del patrimonio artístico”, en El Filandar/O Fiadoiro. Publicación Ibérica de Antropología y Culturas Populares, nº 19, pp. 61-78; y (2014): “Encuesta oral”, en Románico. Revista de Arte de Amigos del Románico, nº 18, pp. 68-71. Benito Batanero, Juan Pedro; Tabernero Galán, Carlos (2006): Construcciones con cubierta vegetal en el sur de la provincia de Soria. [Valladolid], Junta de Castilla y León. 24 1619, mayo, 30 (ADO-S, Libro 109/15, f. 107v). 18 Iglesias mozárabes. Arte español de los siglos IX al XI. Madrid, Centro de Estudios Históricos, p. 309. 19 El 25 de octubre de 2007, acompañado de la arquitecta Laura López y la restauradora María López Planells para diagnosticar el estado de los bienes románicos del norte de la provincia, dentro del Proyecto Cultural Soria Románica. Más información en Esteras, José Ángel; Gonzalo, César; Lorenzo, Josemi (2009): “Claustros y galerías porticadas en el Románico de Soria”, en Catálogo Las Edades del Hombre. Paisaje interior [Soria. Concatedral de San Pedro], Soria, Gráficas Varona, pp. 143-144; Rodríguez Montañés, José Manuel (2002): “Ruinas del monasterio de San Pedro el Viejo”, en Enciclopedia del Románico en Castilla y León, Soria. García Guinea, M. Á. y Pérez González, J. M. (dirs.), Aguilar de Campoo, Fundación Santa María la Real, vol. II, pp. 891-896. 352 20 Yusta Bonilla, José Francisco; Esteras Martínez, José Ángel; Gonzalo Cabrerizo, César; Lorenzo Arribas, Josemi e Santa-Olalla Carcedo, Inés (2010): “Románico desconocido. La Iglesia del despoblado de Alconeza, Soria”, en VI Congreso Internacional ‘Restaurar la memoria’. La gestión del Patrimonio hacia un planteamiento sostenible [AR&PA, 31 octubre-2 noviembre de 2008. Valladolid], Salamanca, Junta de Castilla y León, Tomo II, pp. 51-61. 21 Situada en las siguientes coordenadas de latitud y longitud: 41º 47’ 43,69’’ N y 2º 20’ 23,33’’ W (ETRS89). Está a 370 metros al sur en línea con el punto kilométrico 14,900 de la antigua vía férrea Soria-Castejón. Parece que a finales del siglo XV Tartajo se despobló, pasando al término de Torretartajo (Díez Sanz, Enrique y Galán Tendero, Víctor M. (2012): Historia de los despoblados de la Castilla oriental (Tierra de Soria, siglos XII al XIX. Soria, Diputación Provincial, pp. 518-519). 22 Diestro Ortega, Francisca y Lorenzo Arribas, Josemi (2010): “Restauración, devoción, documentación. Vírgenes con Niño medievales de la provincia de Soria”, en Ge-conservación. Publicación digital hispano-lusa de conservación y restauración, nº 1, pp. 163-181. 23 Un libro que cataloga y estudia tainas, guardaviñas y cercas: Sanz Aragonés, Alberto; XX Congreso Nacional y XI Iberoamericano de Historia de la Veterinaria

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