_
_
_
_
_
EL TÚNEL QUE ATRAVESARÁ EL CENTRO

Dos grandes bolsas de agua, bajo las obras

Los técnicos destapan que en el subsuelo de Gran Vía hay un acuífero a 17 metros de profundidad

Diecisiete edificios corren riesgo de sufrir daños en sus cimientos por las obras de la estación de cercanías de Sol-Gran Vía, según la memoria de este proyecto. La mayoría tienen más de un siglo, muros de ladrillos y vigas de madera, y forman el grupo de los que tienen una cimentación más sensible, según la clasificación hecha por Fomento. El estudio establece otros dos grupos de edificaciones con sensibilidad media y bloques poco sensibles. Los trabajos pondrán patas arriba el centro de la ciudad durante cuatro años. Para evitar los posibles daños, Fomento recubrirá el subsuelo inyectando cemento desde cuatro pozos abiertos en la zona. Los trabajos encontrarán, además, otro obstáculo: dos acuíferos en el subsuelo, uno de ellos a 17 metros de profundidad.

Más información
La Dirección General de Ferrocarriles da explicaciones sólo a los comerciantes afectados
El Ayuntamiento cree que las posibilidades de aparición de fisuras son "remotas"

Según la memoria del proyecto realizada por las empresas Sener y Euroconsult para el Ministerio de Fomento, las obras de la estación de cercanías de Sol pueden causar hundimientos en el suelo. "Las excavaciones subterráneas introducen una alteración en el estado inicial del terreno [...] que puede afectar a edificios próximos y originar deformaciones peligrosas en las estructuras", explica el informe.

Los 17 edificios con más riesgo de sufrir daños en su cimentación están en la Puerta del Sol (números 3, 5 y 14), en la calle de la Montera (números 7, 30 y 42), en la calle de Espoz y Mina (1, 3 y 4), en la calle de la Aduana (5, 7, 9) y en la calle de los Jardines (5, 9, 11, 12 y 13).

La mayoría de los inmuebles afectados tienen más de un siglo de antigüedad y unas estructuras sustentadas en vigas de madera y ladrillo. María Vega, vecina del número 42 de la calle de la Montera, reside en una de estas viviendas. El edificio fue restaurado hace algo menos de un año, pero ella muestra su preocupación ante lo que pueda suceder con las obras que horadarán los bajos de su domicilio: "Si encima de que acabamos de rehabilitar la casa, ahora nos dicen que van a salir grietas y fisuras, estamos apañados", se queja.

Esta vecina, sin embargo, prefiere mantener la cautela ante la eventual aparición de fisuras y de daños en el armazón del inmueble. El motivo: la falta de información. "Nadie nos ha dicho nada, pero supongo que, llegado el caso, tendríamos que protestar", explica.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Una casa de 400 años

Esa misma queja se repite una y otra vez, hablen los vecinos de Montera, los de Aduana, los de Espoz y Mina o los de Puerta del Sol. Medardo Pérez, que vive en esta última plaza, presume de habitar en uno de los edificios más antiguos de la ciudad, unos 400 años, "más antiguo que la Casa de Correos". Aunque la memoria de Fomento alerta del riesgo, él no tiene miedo a que la cimentación resulte dañada. Medardo Pérez considera que la rehabilitación del inmueble llevada a cabo en los años sesenta resultará suficiente, aunque no entiende cómo, si su casa corre algún tipo de riesgo, no se le ha avisado antes.

Uno de los anexos del proyecto señala que "se ha detectado un número importante de edificios que presentan daños con mayor riesgo estructural". Además de los 17 edificios calificados como muy sensibles, otros inmuebles de la zona tienen, según el proyecto, una sensibilidad media. Un tercer grupo lo forman los bloques poco sensibles a los movimientos en sus cimientos.

El informe del Ministerio de Fomento señala que este tipo de casas tienen "daños moderados (fisuras mayores de cinco milímetros) o severos, es decir, grietas de trayectoria inclinada, aproximadamente de 45 grados y con máxima abertura de huecos en la fachada". El estudio de los daños en los edificios se ha hecho siguiendo el método establecido en 1975 por John Burland, ingeniero británico que se encargó de enderezar la torre de Pisa para evitar su desplome.

Para evitar los posibles daños, los técnicos de Fomento proponen reforzar el subsuelo inyectando suficientes volúmenes de "lechada de cemento". Estas inyecciones se realizarán desde cuatro pozos instalados para la ocasión en distintos puntos de la zona: el acceso al metro de Sol, el pozo de ventilación en el pasaje de la Caja de Ahorros, en la calle de la Aduana y en el pozo de ventilación de la calle de la Montera, inmediatamente al sur del cruce con la calle de los Jardines.

Desde estos cuatro pozos se inyectará la lechada de cemento, que puede contener otros materiales como bentonita (un tipo de arcilla), cenizas y otros aditivos. Las inyecciones se realizarán con tubos a unos cuatro metros por debajo de los cimientos de los edificios a proteger y a unos tres metros por encima de la clave de la caverna.

Los trabajos de la nueva estación de Sol-Gran Vía horadarán el centro de la ciudad durante cuatro años. Además de las quejas de los vecinos de la zona y de los posibles efectos sobre los cimientos de las casas, Fomento tendrá que salvar otro problema: la presencia de agua en el subsuelo.

En la zona hay dos acuíferos. Uno de ellos, localizado en la Puerta del Sol, tiene una profundidad de unos cuatro metros. El otro es más profundo y está situado en la zona de Gran Vía. Su parte más alta está a 14 metros y la más profunda, a 17.

Estos acuíferos pueden proceder, según otras fuentes técnicas consultadas, de los afluentes del antiguo arroyo del Arenal que desembocaba en los jardines de Sabatini y que se utilizaban para rellenar el foso del Alcázar.

"La presencia de agua en el subsuelo se ha estudiado detenidamente, dada su especial incidencia en la construcción de las obras subterráneas objeto del proyecto", afirma la memoria del proyecto. Para extraer el agua de estas balsas se utilizarán tres bombas; una de ellas quedará en reserva para ser utilizada en caso de avería de las dos primeras.

El Ministerio de Fomento 'desmiente' su informe

El Ministerio de Fomento emitió ayer un "desmentido al diario EL PAÍS" en el que se afirma que "las obras de la nueva estación de cercanías Sol-Gran Vía no causarán fisuras en las casas cercanas". El comunicado señala que "para evitar cualquier afección a los edificios se ha previsto en el proyecto la realización previa de inyecciones de compensación de asientos, que consisten en crear una losa de terreno por encima de la caverna". "Durante la excavación de la caverna", continúa, "se realizará un control riguroso de las posibles subsidencias mediante medidas en superficie y se compensarán los asientos con levantamientos del terreno de su mismo orden. Es decir, se han previsto los problemas, se han buscado las soluciones más modernas y eficaces a nivel técnico y, lógicamente, se va a llevar un seguimiento diario, detallado y riguroso de la eficacia de los sistemas de prevención para adoptar, en el hipotético caso de que fueran necesarias, nuevas medidas preventivas que impidan cualquier alarma entre los vecinos".

Fomento afirma en su memoria del proyecto que las obras " pueden generar respuestas muy variables en los edificios de superficie, siendo frecuentes pequeños giros y movimientos en medianeras que se traducen en fisuras de las viviendas contiguas a las mismas, que, aunque no suelen alcanzarse niveles de riesgo estructural, producen una inevitable alarma social que hace necesaria la adopción de determinadas medidas".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_