Cuba y sus protagonistas en los Juegos Paralímpicos de Tokio

Resumen de la actuación cubana.

Omara Durand no competirá en el 2022. Foto: Getty Images/ olympics.com

Los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 ya son historia. Luego de dos intensas semanas de competencia, la decimosexta cita universal para atletas con discapacidad cerró sus cortinas este domingo en la capital japonesa con notables resultados deportivos y un indiscutible éxito en su organización, a pesar de haberse celebrado en medio de los rigores de la pandemia.

China, con 96 títulos y un gran total de 207 preseas, dominó con amplitud el medallero del evento, que reunió a más de 4.500 deportistas de 163 países y entregó metales en 22 deportes. De ellos, Cuba participó solo en siete, con una delegación de apenas 16 competidores y un guía, la más pequeña en las últimas ediciones, lo que hacía prever la complejidad de acercarse a actuaciones anteriores en estas lides e, incluso, cumplir con el exigente pronóstico de figurar entre las 20 primeras naciones.

Finalmente, no pudo ser. La mayor de las Antillas ancló en el puesto 35, con cuatro cetros, un subtítulo y un bronce, en una tabla de medallas que, si bien tuvo un claro dominador, evidenció el ascenso general del deporte paralímpico y mostró una amplia repartición de las preseas. No en balde, 62 países alcanzaron al menos un título en Tokio y un total de 86 lograron subir al podio, con Brasil (22-20-30-72) y México (7-2-13-22) a la vanguardia en América Latina.

Para Cuba, lo conseguido ahora supone su peor actuación en citas de esta índole en cuanto al número de metales (6), y la segunda ubicación más baja en el medallero, solo por delante de Atenas 2004, cuando finalizó en el lugar 43 con dos oros, dos platas y siete bronces. Y aun cuando la preparación previa esta vez estuvo condicionada por la COVID-19 y otras dificultades, y todos los deportistas cubanos dieron seguramente el máximo en la capital nipona, este performance resulta un llamado de atención para el movimiento paralímpico de la Isla.

En ese sentido, Raúl Fornés, vicepresidente del INDER y jefe de la delegación antillana en la cita japonesa, dijo a JIT que el movimiento paralímpico de la Isla debe trabajar muy fuerte con miras a tener una delegación más amplia, mejor preparada y más competitiva en las lides de París 2024 y Los Ángeles 2028.

“Los atletas que tenemos hoy son muy buenos, tienen tremendo empeño, pero todavía afrontan limitaciones. Hay que lograr una estrategia que permita el desarrollo en todas nuestras provincias con las potencialidades y posibilidades de que gozamos.

“Estuvimos intercambiando con el presidente del Comité Paralímpico Internacional, Andrew Parsons, buscando apoyo en cuanto a la superación. Tenemos la necesidad de capacitar entrenadores, árbitros, clasificadores. No tenemos eso hoy e indudablemente nos limita mucho”, apuntó Fornés.

No obstante, aunque no todos los atletas y deportes pudieron cumplir con sus objetivos pre-competencia, sí hubo actuaciones muy destacadas para Cuba en Tokio 2020, que acapararon titulares e hicieron vibrar de emoción a la afición cubana, que siguió jornada a jornada la actuación de los suyos en la tierra del sol naciente. A los protagonistas de estas hazañas le proponemos acercarnos entonces en las próximas líneas.  

Infografía: Dariagna Steyners.

La abanderada de Cuba en los Juegos, volvió a ser el motor de la delegación antillana y engrandeció aún más su leyenda en las pistas. La santiaguera no dio el más mínimo margen a sus rivales y se colgó, junto a su ya inseparable guía Yuniol Kindelán, los oros en los 100, 200 y 400 metros planos de la categoría T12 (discapacidad visual). De esta forma, se convirtió en la atleta cubana más laureada en lides paralímpicas, con ocho cetros, y mantuvo a la Isla a flote en la tabla de medallas.

La guinda del pastel fue su récord mundial en la final del doble hectómetro, con un fulgurante tiempo de 23.02 segundos, que la pone a las puertas de superar la barrera de los 23 segundos y la confirma como la mejor velocista paralímpica de la historia, invicta, por demás, en la última década. A las puertas de sus 30 años, con una impresionante forma física y una tenacidad a prueba de balas, muchos logros pueden esperarse todavía de esta extraordinaria campeona.

Infografía: Dariagna Steyners.

Fue el “eléctrico” de Cuba en Tokio 2020. Nadie contaba con él, apenas si se le conocía, pero este joven de solo 18 años se robó el show desde el primer salto, cuando clavó los pinchos en los 7.46 metros y, con ello, impuso un nuevo récord paralímpico en la longitud de la categoría T47 (afectados en extremidades superiores). Con ese brinco y su disposición de consagrado antes de cada carrera de impulso, dejó atrás a rivales de mucha más experiencia y reputación, como el hasta entonces recordista, el estadounidense Roderick Townsend, quien ni aun logrando marca personal pudo derrotarlo.

En el cajón de salto, Robiel se superó con creces a sí mismo –su mejor registro hasta entonces era de 6.77 y en la final japonesa superó cuatro veces los 7.00 metros–, y dio así la primera gran alegría a su delegación, que había visto como otras figuras quedaban por debajo de lo esperado. Y, por si fuera poco, alcanzó el título 40 de la Isla en Juegos Paralímpicos, una proeza ya inscrita en los libros que bien pudiera ser la primera de muchas en su carrera. El habanero es, a no dudarlo, la mejor noticia de cara al futuro para el movimiento paralímpico cubano.

Infografía: Dariagna Steyners.

Se invirtieron los papeles respecto a los Juegos de Río 2016, cuando dominó en la pista (campeón en 100 y 200 metros) y no pudo subir al podio en la longitud. Ahora, en la capital japonesa, quedó por debajo de las expectativas en el hectómetro de la categoría T12 (discapacidad visual), pero sacó el extra en el salto largo, con un espectacular estirón en su último intento que le dio la medalla de plata.

Savón marchaba tercero al inicio de la sexta ronda, por detrás del iraní Amir Khosravani y del azerí Said Najafzade, y a la hora de recoger clavó los pinchos en 7.16 metros, marca que lo encumbró en el segundo escaño bajo los cinco aros y le dio a Cuba su primera presea en Tokio. Su salto decisivo, además, constituyó nuevo récord panamericano.

Infografía: Dariagna Steyners.

Lleva 25 años practicando deportes y 18 compitiendo en los principales escenarios internacionales con resultados destacados. Definitivamente, la constancia es el rasgo distintivo de Leonardo, quien consiguió en Tokio subir al podio paralímpico por cuarta ocasión consecutiva en el lanzamiento del disco, tras sus títulos de Beijing y Londres, y el bronce en Río de Janeiro.

En la capital japonesa, el bayamés realizó su mejor marca de la temporada (43.36 metros) y se colgó una presea de bronce en la categoría T56 (lanzadores que compiten sentados), por detrás del brasileño Claudiney Batista (45.59) y el indio Yogesh Kathuniya (44.38). Con 46 años, Leonardo mira a París 2024, donde pudiera convertirse en el primer cubano con medallas en cinco Juegos Paralímpicos consecutivos.

Otras actuaciones destacadas

En la alta competición se pondera constantemente a los medallistas y a quienes realizan grandes marcas, dejando siempre en un segundo plano la actuación de aquellos que no logran escalar al podio. Si nos guiáramos solo por esta máxima, una mínima parte de la delegación cubana en Tokio merecería elogios, mientras otros quedarían olvidados.

Pero hay brillo y luz más allá de las preseas de Omara Durand, Robiel Sol, Leinier Savón y Leonardo Díaz. Otros 12 para atletas de la Isla dieron espectaculares demostraciones en suelo nipón, donde una vez más prevaleció su sacrificio, su constancia y su fuerza inigualable puesta en función de levantar la bandera de su país.

A ninguno de ellos los podremos olvidar. No deben quedan en segundo plano las grandes actuaciones de los jabalinistas Guillermo Varona y Ulicer Aguilera, quienes culminaron en la cuarta posición tras superar marcas personales y establecer récords continentales, como tampoco es posible pasar por alto la voluntad a prueba de balas del ciclista Damián López, un auténtico héroe capaz de pasar por encima de las más cruentas vicisitudes.

Raqueta en mano, Yunier Fernández regresa a Cuba como medallista a pesar de no subir al podio. Luchó a todo tren ante rivales de alcurnia, jamás se arrugó y terminó en un quinto puesto que vale su peso en oro. En la misma línea, los judocas Yordani Fernández y Gerardo Rodríguez, quienes anclaron entre los ocho primeros de sus respectivas divisiones.

En términos generales, de los 16 para atletas cubanos en Tokio, 12 consiguieron entrar en los ocho escaños de avanzada, lo que es sinónimo de estar en la élite. Así, como deportistas de primer nivel deben ser catalogados la discóbola Noraivis de las Heras, el nadador Lorenzo Pérez o el pesista Oníger Drake, al igual que el saltador Ángel Jiménez, la tiradora Yenigladys Suárez o Leidy Rodríguez, quien levantó todos los pesos en la barra pero chocó con deficiencias técnicas.

“Levantó todo lo que se propuso, pero no fueron válidos sus movimientos por problemas técnicos. Hay detalles en este tipo de deporte que por no dominarlos, por entrenar siempre con ese error técnico, se falla aunque hagas el peso. Eso le sucedió a Leidy”, explicó Raúl Fornés, vicepresidente del INDER, sobre la actuación de la pesista bayamesa.

Ante todos estos para atletas, Cuba debe quitarse el sombrero.

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